Hablar de derechas y de izquierdas es una antigüedad, son conceptos demasiados arcaicos, para que se puedan adaptar a las realidades actuales. Pero a casi un mes de las PASO creo que hay conceptos y categorías de pensamientos que deben ser revisadas, sobre todo en torno a la representatividad y legitimación de los dirigentes.
Debo confesar, que el resultado electoral de agosto me tomo por sorpresa. Atravesó y derrumbo toda especulación realizada sobre las fórmulas de la política tradicional. La sociedad ha mostrado claramente una inclinación, un humor, una tendencia, que se refleja en los candidatos que han sorteado el primer filtro.
La palabra sociedad, debe ser de las pocas en el castellano que tiene acepciones tan múltiples y de usos tan corriente. En el caso de hoy me gustaría referirme a ella como categoría de pensamiento en relación al sujeto político. El colectivo general, indeterminado, y heterogéneo, que se organiza políticamente para elegir a sus representantes. Es decir, para delegar el poder a unos pocos para que lo administren para el beneficio colectivo, o al menos así debería ser (el contrato social en líneas generales).
Ese poder que, que la sociedad como sujeto político delega de cumplir roles y funciones de acuerdo a las necesidades:
Administra recursos desde el Poder Ejecutivo, crea normas, las modifica y las extingue cuando legisla. ¿Pero que pasa a la hora de administrar o impartir justicia?
El votante, este sujeto político, expresó recientemente un claro mensaje. De una u otra forma, ese sufragio coloco en escena a tres candidatos o formulas competitivas. ¿El factor denominador común? Todos se han expresado con severidad en relación a la sanción y castigo de delitos. Plantean un modelo de convivencia menos tolerante con quienes infringen las normas. Será, o no será, cumplirán o no, el tiempo lo dirá, pero el mandato y el mensaje es claro.
Ahora bien, a la justicia, ¿quién les da ese mensaje? ¿La política? De ser así se afectaría su independencia. Quien los legitima ese obrar, más allá de la formula de la kelseniana depreminencia constitucional. El ministerio Publico Fiscal en EEUU forma parte del poder ejecutivo, y su elección y permanencia, depende del sufragio popular. Persigue, sin dudas un ideal de eficiencia. De ese modo se legitima para actuar en nombre y representación de la sociedad cuyos derechos y acciones tiene por misión hacer cumplir.
En nuestra provincia, los Fiscales resultan ser los titulares de la acción pública, entre otros deberes. Y son quienes tiene la potestad estatal de perseguir a quienes hayan cometido delitos, actuando en nombre y representación de la sociedad. En esta semana, en nuestra ciudad se celebra un juicio por “jurados”. Es decir, la “sociedad” abordara la resolución de un conflicto penal, del modo casi más democrático como el sistema lo prevé, o lo imagino Alberdi. Por un lado, un jurado popular – ciudadanos comunes- que deciden la suerte de un par suyo acusado de un delito, y lo harán en representación de la sociedad toda, legitimando el obrar de la justicia en su base mas constitucional y democrática. Por otra parte, el Ministerio
Publico actuará en nombre también de esa “sociedad” presuntamente defendiendo sus intereses y valores.
El caso: A una persona se la acusa de producir la muerte de otra, con un arma de fuego, cuando ésta última pretendía ingresar al domicilio del acusado por la fuerza, luego de haberle propinado dos palizas previas y una amenaza de muerte. El hecho ocurrió en la vecina localidad de Chacabuco. El acusado, manifiesta haber actuado en defensa propia. La fiscalía, por otra parte, encarna la vendetta publica, pidiendo justicia por el agresor fallecido, y castigo a la persona que dice haberse defendido de un ataque que probablemente le iba a costar su vida.
Es una buena oportunidad para observar en tiempo real, como la sociedad en el jurado reacciona ante un hecho como el que se ventilará en este juicio. Y observar con detenimiento si la Fiscalía logra interpretar o representar los valores de la sociedad cuyos bienes jurídicos le fueron confiados.
Creo que los actores políticos deberán prestar atención, porque es mas que una muestra de laboratorio este juicio. Hay una persona que murió, y otra que su vida cambio para siempre, cuya libertad y obrar se discute. Esos dirigentes deberán tomar nota, para saber a que sociedad y que valores pretenderán representar en un futuro. Por que algo es claro, y los números del
sufragio lo evidenciaron, están ante una crisis de representatividad casi sin precedentes.
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