Por Gustavo Rosas
Cuando el entonces candidato a presidente Javier Milei prometió dinamitar el Banco Central, diciendo que el peso era un excremento por lo que había que “dolarizar” tal como sugerían Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky (“Dolarización una solución para la Argentina”, Ed. Claridad, agosto 2023), supongo que como muchos argentinos, corrí a comprar el libro. Después de leer de punta a punta sus 400 páginas, no pude ocultar mi decepción. Las experiencias de dolarización que exhibía eran de pequeños países como Panamá, El Salvador o Ecuador (el más relevante) y no habían sido exitosas. Es cierto que detuvieron la inflación, pero no existió crecimiento y mucho menos desarrollo de sus economías.
Mientras tanto otros países como Perú, Brasil, Uruguay o Paraguay, (justo los de nuestro vecindario) que aplicaron recetas ortodoxas, mucho más sencillas, atacando los déficits fiscales, equilibrando su balanza comercial y de pagos y respetando la independencia de sus Bancos Centrales, consiguieron detener la inflación, aumentar sus reservas en dólares y expandir sus economías.
Felizmente, a poco de asumir se supo que Emilio Ocampo (que había recorrido todos los canales de TV promocionando sus planes) no iba a ser, como se había anunciado, ni ministro de economía ni presidente del Banco Central. La idea de la dolarización quedó archivada (también se escuchó decir: “para más adelante”).
Ya en el gobierno y con Luis Caputo como ministro de Economía, Milei habló indistintamente de bimonetarismo (convivencia entre el peso y el dólar) o, hasta no hace mucho, “dolarización endógena”.
Este último mecanismo supone que el público, sin ninguna norma que lo establezca, se volcará al dólar espontáneamente, dejando de usar el peso por inservible, de manera que, al final, el Estado reglamentaría la circulación de la moneda fuerte.
Sin embargo, lo que se insinúa ahora es la “competencia de monedas”, pero con la peculiaridad de que los impuestos solo se podrían cancelar con pesos, lo que implica un retorno a la ortodoxia y a la revalorización del uso de nuestro propio signo monetario.
Por supuesto, que este último rumbo produce alivio, pero no se puede disimular que en este trascendental capítulo (como también en otros), el recorrido del gobierno de Milei y el personal de él, es absolutamente ambiguo y desconcertante.
Más allá de la descomunal debacle económica que se heredó del kirchnerismo, esto pone al descubierto que el actual presidente no tenía un verdadero Plan de Gobierno y que en base a ensayo y error lo viene elaborando sobre la marcha.
Por un lado podríamos criticar la inconstancia de sus principios, aunque, por otro, también hemos de reconocer que Milei tuvo la decencia de enterrar su ideología y tratar de corregir sus desaciertos.
Esto es bueno, aunque tal vez sería mucho mejor si se reconocieran las equivocaciones y en sus discursos no nos pretenda abrumar con una jerigonza indescifrable, que parece hecha ex profeso para que nadie entienda nada y todos crean que “el maestro nunca se equivoca”.
+++++++++++++
También puede interesarte:
• Todo el Deporte en: La Deportiva
• Escuchar las notas más importantes en: LT20 Radio Junin
• Escuchar LT20 Radio Junín en VIVO: Escuchar ahora