Por Andrés Lavaselli
Hayan sido efectos buscados o no, el lanzamiento de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia del PJ nacional catalizó dos novedades importantes en el escenario bonaerense: dio pie al primer gesto nítido de (limitada) autonomía política por parte del gobernador Axel Kicillof y devolvió al centro del ring a Karina Milei, quien hizo su desembarco en La Plata bajo la hipótesis de que el peso electoral de su apellido facilita una confrontación personal con la Expresidenta y le permite, al misma tiempo y por ahora, prescindir del PRO de Mauricio Macri.
Precedido de incidentes menores protagonizados por militantes peronistas, el acto que encabezó la secretaria general de la Presidencia en el Club Copara de Villa Elvira -un barrio de clase media-baja de la periferia de la capital provincial- un viernes de feriado, condensó señales sobre la lectura que los libertarios hacen de la coyuntura: la posibilidad de que Cristina corone su captura del PJ con una postulación a diputada nacional, favorece una candidatura en espejo de Karina. “Es la pelea de lo nuevo contra lo viejo, el escenario que más nos favorece porque la voluntad de cambio todavía es fuerte”, dicen en el entorno de la hermanísima.
Es una estrategia arriesgada, por tres motivos: 1) No hay ninguna confirmación de que CFK quiera la candidatura a diputada, sino más bien indicios en contrario. 2) Si la Expresidenta se decidiese a jugar, es la dirigente con mejor imagen en el Conurbano, por bastante margen. 3) La construcción de una postulación puede ser ardua para una dirigente sin antecedentes en la materia, como lo demuestra el discurso de apenas cuatro minutos que pronunció en La Plata, en ausencia del periodismo, que debió esperar fuera mientras se desarrollaba el acto, por lo que los fragmentos que se conocieron fueron los que seleccionaron sus propios simpatizantes.
Aun así, las señales de la recuperada (ya había sonado como candidata) centralidad de Karina fueron más allá del discurso. Su renovado “look” provocó murmullos: puede ser apenas una novedad personal, pero también el aggiornamiento estético que los consultores prescriben a quienes encaran un proceso de instalación fuerte en la opinión pública. La ausencia del diputado José Luis Espert, el dirigente que más sonó hasta ahora como cabeza de lista 2025, se justificó en que que no está afiliado al partido LLA. Pero enseguida se filtraron a la presa nacional significativas versiones de que sigue siendo el preferido de Santiago Caputo “si Karina no juega”.
Antes del acto, Martín Menem dio una conferencia de prensa en la que formuló las definiciones que Karina no supo o no pudo dar en su discurso. “No vamos a hacer alianzas electorales, vamos a hacer alianzas ideológicas”, fue lo más sustancia que dijo. Es un mensaje de prescindencia a Macri pero de bienvenida a Patricia Bullirch, que ordenó a sus legisladores en provincia sumarse a los bloques libertarios y es considerada casi una dirigente más de LLA. La distancia con Macri admite una salvedad: la señal vale para 2025. Para el turno electoral siguiente, “la prioridad será un acuerdo amplio para sacar al peronismo del gobierno provincial”.
Por lo pronto, la idea ahora es poner un ojo en la conformación del espacio propio. No quieren que se repita lo de 2023, cuando aceptaron acuerdos secretos para completar las listas que demostraron sus limitaciones más temprano que tarde: antes de asumir, los bloque de diputados y senadores libertarios ya se habían partido en la legislatura.
¿Silencio es salud?
“Si hace dos meses me decían que Axel iba a estar sin pronunciarse el tiempo que estuvo ante un lanzamiento como el de CFK, no lo creía”. La confesión es de un funcionario que lo conoce mucho y expresa una lectura que circula en su entorno político: más allá de la resolución final de la pulseada por el partido, el modo en que el gobernador prolongó una definición pública es una señal de relativa autonomía y capacidad de resistencia a las presiones que va dirigida al resto del orbe peronista. En el Patria coinciden en que la mora en la definición no es casual, pero hacen otra interpretación: “blanquea que la tensión de fondo es con ella, no con Máximo”.
En La Plata miran con expectativa la reunión de CFK con Ricardo Quintela, el otro dirigente que sostiene una candidatura partidaria, que se pautará este lunes. ¿Habrá internas o lista de unidad? Para Kicillof no es un dato menor: si no se alcanza un acuerdo, más temprano que tarde enfrentaría un dilema que puede marcar su futuro: Cristina o Quintela implicaría exponerse a un quiebre con Cristina y con el sector del que proviene, hoy la mayoría de sus votos o a una “sumisión” que abriría la puerta a las comparaciones entre su proceso de acercamiento a la candidatura presidencia y el de Alberto Fernández.
El contexto en que se llega a aquella conversación es importante. Hasta ahora el operativo clamor apenas pudo traspasar las fronteras del kirchnerismo duro. No se pronunció en público, dato central, ninguno de los gobernadores del PJ. Cerca del bonaerense cuenta que “Axel habló con todos sus pares (son Ziliotto, Jaldo, Insfrán y Quintela, porque al catamarqueño Jalil lo cuentan libertario) sobre el tema PJ en la semana”. Dicen que en esas conversaciones se maceró la idea de que apoyar a Cristina de modo anticipado era un castigo inmerecido contra el gobernador de La Rioja. “El Gitano –como lo llaman- se comunicó con ella antes de largarse a caminar”, recuerdan. Por eso, lo que estarían haciendo los gobernadores es darle tiempo a Quintela para que negocie desde una mejor posición su retirada.
La percepción de que la unidad con Cristina candidata terminará finalmente imponiéndose parece reflejarse en el acto que los partidarios del gobernador realizarán el 17 de octubre en Berisso. No solo porque habrá invitación al camporismo (¿irán? ¿habrá actividad paralela de Cristina?) sino porque le discurso de Kicillof -único orador- apuntará exclusivamente a Javier Milei. Será una parada bonaerense, sin participación de representantes de otras provincias, diseñada para aventar la idea de un nuevo mojón en la pelea interna. Lo significativo es que hace una semana esto no era así: los organizadores del encuentro apuntaban a una demostración de músculo con presencias de todo el país.
Todo roto
Planteada como un ejemplo de resolución democrática de las diferencias internas, la pelea en el radicalismo es tal vez la más dura de todas. No solo porque el resultado de la elección del domingo pasado se judicializó (posiblemente el juez Alejo Ramos Padilla tenga un rol central en la resolución de la controversia) sino por el tenor de las acusaciones que se lanzaron el sector que conduce el senador Maximiliano Abad y el que responde al acuerdo entre Martín Lousteau y Facundo Manes –los candidatos fueron Miguel Fernández y Pablo Domenichini-. Un juego de demoliciones mutuas que podría sumar nuevos capítulos en las próximas horas.
En la superficie vuelan las acusaciones de fraude, y por lo bajo unos se endilgan a otros planes para romper el partido: desde la lista Unidad dicen que Lousteau prepara un acuerdo con Leandro Santoro para competir por la jefatura de Gobierno de CABA; sus correligionarios de Futuro Radical afirman que Abad y los suyos quieren un acercamiento a Milei. El dato político de fondo, en ese contexto, es el quiebre de la convivencia interna, que será difícil restablecer. La primera consecuencia concreta: la reunificación de los bloques parlamentarios de la UCR luce así impracticable, por lo que la interlocución con Kicillof la discutirán LLA y PRO.
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