Hace referencia a una manera de vivir y a una tendencia que enfatiza en el retorno a la naturaleza aplicado en la decoración.
En un mundo acelerado, donde la inmediatez pareciera ser una prioridad, el estilo de decoración kinfolk surge como una especie de «bálsamo relajante» y una invitación a bajar el ritmo para buscar la belleza en lo esencial y la vida cotidiana. Su estética pareciera ser frágil y a la vez serena.
Es que el estilo kinfolk aplicado a la decoración promueve la creación de espacios funcionales simples y con conexión humana. Inspirado en el movimiento slow living o vivir lento, este movimiento se asocia a lo campestre, de alguna manera, y propone preparar tus comidas orgánicas y bebidas detox para disfrutarlas al aire libre sin apuros.
Decoración y estilo
Si bien toma algunas nociones del diseño escandinavo y bohemio, lo kinfolk valora la responsabilidad ecológica con énfasis en artículos vintage, artesanales y reciclados hechos a mano. Para lograr este estilo en casa, incorpora baúles, macramé o almohadones étnicos tejidos a mano, combinados con materiales naturales como madera, piedra, ratán y lino.
Las plantas son imprescindibles para este estilo, pero es preciso usarlas como detalle para evitar que tu casa se convierta en una jungla. Aunque kinfolk es un término muy asociado al diseño de interiores, en realidad estamos hablando de una forma de vida que engloba tanto los objetos que nos rodean como la forma en la que nos situamos en el mundo.
El estilo kinfolk se basa en tres principios: Buscar la simplicidad en el diseño y la vida para celebrar lo esencial, creando espacios limpios, despejados y ordenados. Conectar con la naturaleza incorporando elementos que generen atmósferas orgánicas y relajadas. Lograr la autenticidad en los detalles y fomentar la creación de espacios funcionales, cómodos y bienvenidos.