En su tercer partido en Racing, Adrián “Maravilla” Martínez fue el héroe de la goleada 4-1 ante San Lorenzo por la cuarta fecha de la Zona B de la Copa de la Liga. El nacido en Campana llegó en este mercado de pases al club de Avellaneda y en poco tiempo se convirtió en la referencia de ataque. Pero detrás de este presente rutilante en la Academia está la historia de alguien que no hizo Inferiores, estuvo preso y recién llegó de forma regular al fútbol con 23 años. El viernes pasado fue la figura en la victoria de los conducidos por Gustavo Costas ya que marcó un triplete.
Pero esta noche gloriosa de Maravilla no fue casualidad. Detrás está la historia de un joven que, salvo su experiencia en Villa Dálmine a los 17 años, no hizo inferiores y solo había jugado en un club local llamado, el amateur Las Acacias. En ese entonces trabajaba como recolector de basura y albañil, aunque un accidente en motocicleta lo hizo perder su trabajo.
En ese momento tuvo su momento más difícil cuando fue acusado junto a su familia de ingresar en la casa de quienes le habían pegado tres tiros a su hermano. Él negó eso y afirmó que fueron sus vecinos los que respondieron porque su familia es muy querida en su barrio. Aunque durante la investigación judicial estuvo preso siete meses en la Unidad 21 de Campana donde “tuve que saber vivir, o sobrevivir”, contó en una entrevista. Una vez que terminó el proceso de relevo de pruebas y al no poder vincularlo con el hecho del que se lo acusó, Martínez recuperó la libertad.
Nada fue fácil para este atacante de 31 años que recién a los 23 se metió de lleno en el fútbol cuando aprovechó su chance en Defensores Unidos de Zárate. Siguió en el ascenso y pasó a Atlanta. Más tarde emigró a Paraguay, donde jugó en Sol de América, Libertad y Cerro Porteño. Estuvo un año en el Coritiba de Brasil y una vez que regresó a la Argentina comenzó a hacerse conocido con su gran faena en Instituto de Córdoba, donde marcó 18 goles y brindó 9 asistencias en 41 partidos.
Luego de su noche soñada bajo una lluvia en Avellaneda, contó que “ni siquiera había pateado al arco en los tres partidos anteriores. A los compañeros les decía, ‘por lo menos quiero patear al arco para ver si aunque sea puedo errar’. Hoy se me dio delante de la gente. Nosotros que somos delanteros queremos convertir”.
“No es fácil llegar a Primera y me ha pasado todo muy rápido. Siempre dije que no me gusta que me digan Maravilla porque por ahí llegás a un club y no podés meterla y que te digan Maravilla de pronto el apodo es muy grande. Pero lo que hizo Dios con mi vida es una maravilla porque no sé cuántas personas más habrán salido de las cárceles y a los 23 años tener la posibilidad de jugar al fútbol y disfrutar de esto”, destacó en charla con TNT Sports.