Por Andrés Lavaselli
La carta pública que el viernes difundió Cristina Fernández de Kirchner disparó, además del taquillero cruce tuitero con Javier Milei, la posibilidad de una lectura con impacto directo en el escenario bonaerense: su crítica del peronismo tiene un tono aperturista que hace juego con las “nuevas canciones” que proponer componer Axel Kicillof, bajo una partitura que no incluye la ruptura con su conducción política. Menos visible, la disputa por la conducción del radicalismo se encamina a una resolución en las urnas, con una configuración que definirá baste más que la presidencia del Comité Provincia.
“Es un programa que le habla a sectores sociales que alguna vez nos apoyaron, que perdimos y que tenemos que recuperar si queremos volver a ser Gobierno”: esa es la primera conclusión que sacaron en uno de los despachos más cercanos al del Gobernador acerca del tramo político de “Es la economía bimonetaria, estúpido”, las ocho carillas con las que la Expresidenta planteó una crítica de fondo a la política económica de Miei y, a la vez, hizo catarsis interna. El funcionario se refería al contenido que se despliega en los títulos que señalan que el peronismo “se torció” y “se desordenó”: en el kicillofismo encuentra allí insumos para la discusión interna.
El razonamiento que hacen en La Plata es sencillo: aunque con prevención respecto del apartado sindical (en ese mundo Kicillof recoge apoyos importantes de actores como Pablo Moyano, que se enojaron por lo que dice el texto), los coroneles políticos del Gobernador creen que al enfocar la necesidad de discutir temas como la reforma laboral, la forma de llevar adelante el combate contra la inseguridad, el modelo educativo, el peso de la burocracia estatal o los planes sociales, Cristina le da la razón acerca de la necesidad de definir un perfil nuevo para el peronismo de cara al 2027. Un nuevo modelo que contraponer al libertario.
Esa sintonía se correlaciona con un dato importante de las últimas horas: quienes reconocen la jefatura del gobernador e impulsan su candidatura comenzaron a avisar que desisten de cualquier tensión con Cristina por el manejo de la lapicera para 2025. Eso implica que Kicillof está dispuesto a transcurrir el camino hacia la elección presidencial como “su” candidato”. Solo piden tener voz en la mesa chica que defina el armado para la legislativa y que se defina un esquema que no haga estallar la interna. Es decir, “que no tenga en cuenta solamente las necesidades y deseos del camporismo, porque eso debilitaría a Kicillof”, dicen.
Esa última aclaración tiene que ver con la guerra que sigue en curso con Máximo Kirchner, como demuestra el reclamo público de los intendentes camporistas Julián Álvarez (Lanús) y Mayra Mendoza (Quilmes) respecto del puerto de Dock Sud, ubicado en Avellaneda, municipio que gobierna Jorge Ferraresi. Alvares y Mendoza se quejaron porque los camiones que van a los depósitos les rompen el asfalto y sus comunas no reciben compensaciones del puerto. Kicillof reconoció un móvil político y para desactivar le pidió a Gabriel Katopodis que Provincia haga las reparaciones-
Ese combate encerró a dimensión ligada a la sucesión en la Provincia: el cruce de Teresa García a Ferraresi por encabezar un (nuevo) acto en Quilmes sin invitar a Mendoza tiene que ver con esa disputa. Es que ambos aspiran a ser gobernadores, pero la intendenta corre con escudería Instituto Patria. El hecho de que Kicillof quiera jugar como candidato de CFK y no en tensión con ella, es relevante también en ese debate: un mismo núcleo político no puede definir amabas postulaciones.
¿A todo o nada?
La presentación de listas para la disputa por el poder en el radicalismo bonaerense dejó plantado un escenario de resolución en las urnas: hay dos boletas oficializadas, una por el actual oficialismo partidario que controla el senador Maximiliano Abad y otra que responde al acuerdo que cerraron Facundo Manes y Martín Lousteau. Sin no hay novedades en las próximas 72 horas, habrá que esperar hasta el 6 de octubre para saber si el nuevo presidente del Comité Provincia es el exintendente de Trenque Lauquen Miguel Fernández o el diputado bonaerense Pablo Domenichini, candidato de la oposición.
Es una puja por la definición del perfil de la UCR que se da en un marco de reconfiguración de la oposición alentada por la irrupción libertaria. En ese sentido, Manes y Lousteau son los más refractarios a Milei (y a Mauricio Macri). Pero el entorno de Abad aseguran que no hay chances de que impulse un entendimiento electoral con La Libertad Avanza, aunque su cierre en 2023 con Patricia Bullrich genere desconfianzas. A la vez, Abad, que venía proponiendo la unidad, sobre el cierre de listas habría reconsiderado la oferta.
Es que la posibilidad de ganar implica derrotar al presidente del Partido nacional (Lousteau) y a uno de sus “candidateables” más instalados (Manes). El dato no es menor: el senador marplatense podría convertirse en el líder político del radicalismo bonaerense si triunfa, más allá de la conducción formal del partido. Claro que una derrota tendría un “castigo” proporcional.
Desde fuera miran con atención gobernadores como Alfredo Cornejo o Gustavo Valdés, para quienes no es indiferente de qué lado de la disputa radical quede la provincia más numerosa del país. Y también Kicillof, que espera la definición de esa disputa para encarar la próxima negociación con la oposición: la cobertura de las vacantes en la Corte y un nuevo paquete de unos 150 cargos en la justicia provincial, luego de acuerdo para comenzar esta semana el proceso para designar 138 jueces, fiscales y defensores.
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