El pasado fin de semana, el equipo de hockey masculino del Club Atlético Sarmiento hizo historia al consagrarse campeón del torneo de la Asociación de Hockey del Centro de Buenos Aires (AHCBA), tras una emocionante final contra Atlético 9 de Julio.
En el corazón de esta hazaña se encuentra Pablo Álvarez, capitán del equipo, quien, en diálogo exclusivo con Diario La Verdad, compartió sus sensaciones, los desafíos superados y la profunda unión que caracteriza a este grupo.
«Estamos todos muy, muy contentos como equipo, la verdad, por el resultado que obtuvimos en este torneo», expresa Álvarez, aún con la emoción a flor de piel, pese a los días transcurridos desde la victoria. «Todavía no caemos del todo», añade. Este campeonato es especialmente significativo para Sarmiento, ya que, desde la formación del torneo de 11 en 2019, es la primera vez que logran el título. Anteriormente, el hockey en Junín se centraba más en torneos de Seven, y la disciplina de 11 no estaba tan desarrollada. «Desde que se arrancó el torneo es la primera vez que el “Verde” logra el campeonato. Así que estamos, la verdad que muy, muy contentos con este resultado que tiene detrás un montón de esfuerzo y trabajo de no solo este año, sino de muchos años», subraya el capitán, haciendo hincapié en la trayectoria y dedicación del equipo y en la evolución de un deporte que fue ganando terreno en la región.
El camino hacia la gloria estuvo plagado de obstáculos, y la final no fue la excepción. Sarmiento comenzó perdiendo 2 a 0, un golpe duro en los dos primeros cuartos del partido. La situación parecía complicada, pero la resiliencia y el alma fueron las claves que los mantuvieron a flote. «La verdad que el equipo se caracterizó por tener más alma que otra cosa, por tirar para adelante, por seguir metiéndole», relata Álvarez. «Aún así no bajamos los brazos, seguimos buscando y logramos un dos a uno e incluso faltando minutos para terminar el partido, seguimos tratando de buscar ese resultado, no nos dimos por vencidos y faltando 30 segundos prácticamente para que finalizara el partido, logramos el gol del empate».
Ese gol agónico fue celebrado con una euforia desmedida, como si ya hubieran ganado el campeonato. «La verdad que el gol ese lo festejamos prácticamente como si hubiera sido el del campeonato», confiesa Pablo, reviviendo el momento. La remontada les dio un envión anímico crucial de cara a la definición por penales, un escenario que, tras lo vivido, sintieron que les pertenecía. «Después de haber remontado un partido que estaba prácticamente perdido a haberlo empatado y llevarlo a los penales, creo que ya lo encaramos de una forma distinta esos penales. Yo ya lo sentía que ya era nuestro el partido. Ya estaba», afirma, revelando la mentalidad ganadora que los impulsó a la victoria final. La confianza en sí mismos, forjada en la adversidad de la final, se convirtió en su mejor arma para los desempates.
La temporada 2025 no fue sencilla para Sarmiento. De hecho, el principal desafío, tanto este año como el anterior, fue la formación del equipo mismo. «Arrancamos a principio de año con la duda si íbamos a formar o no. Teníamos muy poca gente, bajas del último año, gente que no podía estar por compromisos o por situaciones particulares, no con el mismo compromiso de siempre, con menos entrenamientos, por ahí no podíamos ir a los partidos y habíamos estado en la duda de si podíamos formar el equipo o no», explica Álvarez, pintando un panorama inicial de incertidumbre.
A pesar de las dificultades, el equipo decidió presentarse y apostar por el proyecto. La clave fue la incorporación de nuevas caras y el regreso de antiguos integrantes. «Aún así nos presentamos, tuvimos incomprensiones nuevas de jugadores, no sé, el hijo del arquero, por ejemplo, que arrancó este año, jugadores que habían dejado que se volvieron a sumar a aportar desde el lugar que podían por ir entrenando todo, todos los entrenamientos, pero metiéndole todo lo que se podía», detalla Pablo, resaltando el compromiso de cada uno. Este esfuerzo colectivo fue fundamental, ya que cada partido presentó su propia complejidad. «El primer partido del año lo arrancamos con un jugador menos. Así que fueron todos los partidos desafiantes, la verdad», concluye, enfatizando que la fortaleza del equipo se construyó en la superación constante de adversidades.
Este año, Pablo Álvarez asumió la capitanía del equipo, un rol que lo llena de orgullo y una gran responsabilidad. Anteriormente, la capitanía estaba a cargo de Juan Spínola, un referente para el grupo, quien decidió dar un paso al costado para abrir espacio a nuevos liderazgos. «La verdad que por un lado una satisfacción muy grande que los compañeros mismos apoyaron la decisión, que Juan decidiera junto también con los entrenadores de darme a mí la capitanía, obviamente me pone muy contento», expresa Pablo, valorando la confianza de sus compañeros y entrenadores.
Sin embargo, también reconoce el peso que conlleva la función. Para Álvarez, ser capitán va más allá de llevar una cinta en el brazo; implica un compromiso total. «Obviamente un peso muy grande de siempre dar un plus, siempre dar un extra, ya sea en los partidos, en los entrenamientos, en físico, de ser un referente en todo aspecto, no solo la forma de comportarse, sino la forma de entrenar, la forma de no bajar los brazos, afrontar cada desafío y cada paso que tenía el equipo con actitud positiva y poder liderar, no solo ser un capitán y marcar el rumbo, sino liderarlo con el ejemplo», detalla, dejando claro su visión de liderazgo.
La unión y la química del equipo son evidentes para cualquiera que los vea jugar o escuchar a Pablo hablar de ellos. Él atribuye esta fortaleza al «componente humano de cada persona» y, por supuesto, a la pasión compartida por el hockey. «Creo que todos tenemos por dentro esta pasión por el deporte, por el hockey particularmente», dice. Pablo mismo lleva prácticamente 25 años jugando al hockey, y varios de sus compañeros comparten esa larga trayectoria, mientras que otros han encontrado en el deporte una nueva pasión recientemente. «Tenemos varios jugadores que lo han hecho hace mucho tiempo», explica. «Yo particularmente hace prácticamente 25 años que hago hockey y hay varios compañeros en la misma circunstancia, pero por ahí hay gente que recién arranca el deporte o gente que está hace unos años, pero todos tenemos esa pasión por este deporte que realmente amamos y que dejamos todo».
Este compromiso se manifiesta en cada entrenamiento y en cada partido. «Entrenamos en días de frío, dejamos por ahí los momentos con familia, otros compromisos para para estar y creo que esa pasión por el deporte es la que nos une y nos da ese sentimiento de familia acá dentro del equipo», afirma Pablo, subrayando la importancia de la dedicación y el sacrificio que cada integrante está dispuesto a hacer por el equipo y por el deporte que aman.
Álvarez comenzó a jugar al hockey de muy chico. Si bien es oriundo de Lincoln y pasó por el hockey de Rosario durante sus estudios universitarios, su llegada a Junín por trabajo hace seis años lo conectó con el Club Sarmiento, donde encontró un nuevo hogar deportivo. La elección del hockey fue casi intuitiva, una vocación temprana. «Particularmente me llamaba mucho la atención el deporte, el hockey. En realidad, probé varios deportes, realicé varios deportes, y el que más me llamó la atención fue ese, fue el hockey», cuenta. Un profesor de educación física de su escuela fue quien lo introdujo a la disciplina, y desde entonces, no la abandonó. La dinámica del juego, que fue cambiando mucho a lo largo de los años pero siempre mantuvo su atractivo, sumado al «sentimiento de familia y de equipo» que se generó con sus compañeros, fueron los factores clave que lo mantuvieron ligado a este deporte. «Siempre fue un deporte dinámico y lo mismo también que me hace tener la pasión acá es los compañeros con los que yo realizaba y con los que arranqué que aún mantengo contacto por más de que ya no estamos en la misma ciudad, que se generó la verdad un sentimiento de familia y de equipo que me hizo seguir jugando ahí», reflexiona Pablo.
Desde su llegada a Sarmiento, Pablo fue testigo directo del notable crecimiento del hockey masculino en Junín. Antes, la realidad era muy diferente; los equipos de la zona debían viajar a otras provincias, como La Pampa, para poder jugar torneos de Seven, la única modalidad disponible. «Ahí cuando se había iniciado, como decía, los chicos me comentaban, los que han estado más tiempo en Sarmiento, que solamente había torneos de Seven, han ido a jugar por allá a La Pampa», relata.
Hoy, el panorama es otro. «La evolución es muy, muy grande y notoria, de ir a jugar torneos al exterior, incluso otras provincias o algo, a tener un torneo acá en la zona formado por varios equipos», destaca Pablo. La AHCBA logró consolidar una estructura local sólida, con dos zonas de cinco equipos en cada una. Además, la presencia de la selección de AOK (Asociación de Hockey del Oeste de Buenos Aires) que también cuenta con hockey masculino, y la formación de un equipo de hockey dentro de Junín hace dos años, contribuyen a este crecimiento. «Eso fomenta también un poco la rivalidad, la competencia y la actitud de querer superarse», afirma Álvarez, notando la dinámica positiva que se ha generado.
El compromiso con el desarrollo del hockey masculino en la región se extiende más allá de los clubes. «Se nota que se está trabajando, incluso hace unos años se empezó a formar el seleccionado del centro», menciona Pablo. De hecho, en esta misma semana, ese seleccionado está disputando un torneo en Neuquén. Es un orgullo para Sarmiento que algunos de sus integrantes formen parte de este equipo representativo. «El arquero, por ejemplo, es Ariel, que es nuestro arquero y el entrenador del seleccionado es nuestro entrenador, es Juan Fernández», comenta Pablo, subrayando la calidad de los profesionales y jugadores que el club aporta al desarrollo regional de la disciplina.
Conciliar la exigencia del deporte de alto rendimiento y el compromiso con el equipo con las responsabilidades laborales y familiares es un desafío constante para los jugadores. «La verdad que es complicado, sobre todo ahora en invierno con estos fríos, se hace difícil», admite Álvarez. Sin embargo, en esta compleja ecuación, hay un pilar fundamental que sostiene al equipo: sus seres queridos.
«Siempre para nosotros detrás de todo el equipo que salió campeón están todas las personas la verdad que nos apoyan. Está la familia que cede en ese tiempo, que nos apoyan a ir a jugar, a ir a entrenar», enfatiza Pablo. Este apoyo es crucial para que los jugadores puedan dedicarse a su pasión. «Se hace complicado, obviamente, a veces, con nuestros trabajos, responsabilidades, pero bueno, uno logra tratar de buscar un equilibrio para poder estar un poco en todos lados, pero obviamente lo más clave de esto es el apoyo que todas las familias nos prestan a los jugadores», concluye Álvarez, reconociendo el sacrificio y la comprensión de sus familiares como un motor indispensable para el éxito del equipo.
Para finalizar, Pablo Álvarez compartió un mensaje cargado de aliento para aquellos jóvenes que recién se inician en el hockey, tanto en Sarmiento como en cualquier otro club de Junín. «Que se animen», expresa con convicción. Para él, es fundamental transmitir la alegría y los beneficios de este deporte.
«La verdad que es un deporte muy lindo, que tuvo muchos cambios en los últimos años y ahora es un deporte muy dinámico, prácticamente no tiene pausa y es muy entretenido», asegura Pablo, destacando la evolución del juego hacia una modalidad más rápida y atractiva. Además de su dinamismo, el hockey, según la experiencia de Álvarez, es un deporte que fomenta lazos humanos muy fuertes. «Se puede aprender y en cualquier lugar, todos los lugares que he experimentado, el ambiente es muy lindo», dice, refiriéndose a su trayectoria en diferentes clubes y ciudades.
Pero más allá de la técnica o la táctica, lo que Pablo enfatiza es el componente humano del hockey. «Es un deporte que junta a muy grandes personas, muy buenas personas y en línea general no he visto un equipo donde no estén abiertos a recibir personas nuevas, a enseñar, a que la gente quiera aprender», concluye. Este ambiente de camaradería y apertura es, sin duda, uno de los mayores atractivos de la disciplina. «Así que, que se animen, porque la verdad que es un deporte que es muy entretenido y deja muchos momentos de felicidad».
La historia de Pablo Álvarez y el Club Sarmiento es un testimonio inspirador de perseverancia, pasión y el inquebrantable poder del trabajo en equipo. Su reciente campeonato no solo es un logro deportivo de gran magnitud para la institución y la ciudad, sino también el reflejo de la dedicación y el compromiso de un grupo de jugadores que, con alma y corazón, hicieron historia en el hockey de Junín. Un triunfo que demuestra que, con esfuerzo, unidad y un profundo amor por lo que se hace, los sueños pueden hacerse realidad.