Por Claudia Birello
Para Grupo La Verdad
Durante más de un siglo, La Verdad, viene volcando en sus páginas, no sólo la información diaria. También expone el trabajo que se lleva adelante en las distintas actividades. Comerciales, industriales, culturales, educativas, políticas, sociales, religiosas.
Para una zona como lo es el noroeste de la provincia de Buenos Aires, la agricultura y la ganadería también marcaron un rumbo sumando tecnología de avanzada.
Las torres azules del Milkland de Hernán Copello, “La Soledad”, adquirida en 1876 por Salvador María del Carril y San Emilio nacida de la mano de Don Emilio Zuberbühler.
MILKLAND, DE HERNÁN COPELLO
La Verdad – Agosto de 1963 – El Ing. Agr. Don Antonio Bermejo, en su libro, Alimentación del ganado, recuerda el irónico dicho popular: “Hay dos únicas razas de ganado: la que come y la que no come”, y afirma que la mejor estirpe ganadera, mal alimentada produce menos que en cualquier otra bien alimentada. La alimentación adecuada del ganado, es por sí sola el factor decisivo de una explotación ganadera.
EL MILKLAND DE HERNÁN COPELLO
No hemos podido menos que volver a ese pensamiento, luego de realizar una visita al Milkland de Hernán Darío Copello, donde admiramos unas monumentales torres azules e instalaciones que constituyen una avanzada de la tecnificación del campo en la zona y en la provincia.
¿Qué son estas torres azules? Son silos con descarga mecánica por debajo, de chapa de acero protegida con cristal en ambas caras. Son depósitos Harvestore (es decir, conservadores de cosecha). Estos silos se vienen utilizando en Estados Unidos desde hace unos 13 años.
El Harvestore, ha constituido un impacto en la estructura de la empresa agropecuaria por la disminución del costo de producción de leche y carne y el aumento de la renta por hectárea.
El Harvestore es un depósito cilíndrico vertical, de chapa de acero recubierto de cristal en ambas caras, que por su estructura y su sistema de respiración, garantiza una conservación de forrajes y granos con absoluta ausencia de oxígeno.
La carga se efectúa por la parte superior por medio de un elevador neumático y se descarga con una fresadora por la inferior, realizándose automáticamente la distribución a los distintos comederos.
Entre otros beneficios se obtiene la conservación de forraje y granos con una relación de humedad ideal. Los forrajes se cortan en el momento de su máximo valor nutritivo digestible.
Todavía se está en plena tarea de construcción de las instalaciones de la planta industrial.
Está previsto un sistema altamente moderno, en el que la leche va desde la pezonera hasta el camión tanque, sin tomar contacto con el aire y previo el enfriamiento y el proceso integral.
Sin duda se trata de un esfuerzo altamente meritorio, éste del Milkland, que con sus tres espectaculares torres azules señala un lugar de avanzada en el progreso rural de la zona y de la provincia de Buenos Aires en que se ofrece un sistema de explotación totalmente nuevo.
El señor Copello participa de la idea de que la mejor raza productora de leche es la que come. Pero cuando vemos el plantel de lechera que llega a comer a las nuevas instalaciones, apreciamos que tampoco ha descuidado el otro aspecto, el que se refiere a una prolija selección, de modo que entre las buenas se cuente con las mejores.
LA SOLEDAD
El establecimiento La Soledad es el remanente de un campo adquirido por el año 1876, es decir, antes de la pacificación de los indios Pampas.
El doctor Salvador María del Carril, entonces presidente de la Suprema Corte, fue el comprador, en sociedad con sus hijos, y es hoy propiedad de su bisnieto Carlos Orlowski del Carril, quien se dedica a su explotación desde 1946.
OBRA REALIZADA
En años anteriores y como consecuencia de una explotación intensiva, sin abonos ni siquiera rotación de cultivos, el suelo había perdido mucha fertilidad: lo refleja una constante merma de las cosechas. Este hecho, comprobado por las estadísticas de producción, es de dominio público.
El remedio lógico era devolver a estas tierras el nitrógeno y lasa sales minerales que treinta o más cosechas consecutivas de maíz y oleaginosas les habían restado.
El propietario, constantemente asesorado por el INTA, por ingenieros agrónomos argentinos y un especialista extranjero, aplicó en la parte no arrendada del campo, los métodos más modernos de renovación del suelo.
A los tres y cuatro años los resultados fueron superiores al índice medio de la producción del partido de Rojas que a su vez, es el que tiene el mayor rendimiento por hectárea, de la provincia de Buenos Aires.
Desde 1956 funciona en La Soledad, un semillero fiscalizado por el Ministerio de Agricultura de la Nación cuya producción de alta calidad se distribuye en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe.
Conocedor, por sus estudios cursados en Francia, de la raza bovina Charolais, el Sr. Orlowski se contó entre los primeros criadores que importaron reproductores de dicha raza francesa.
Ocho ejemplares expuestos por la Cabaña “La Soledad”, han obtenido premios en las exposiciones de Palermo y también logró iguales satisfacciones en Rosario.
Si bien se ha abandonado la cría de cerdos de raza Duroc Jersey, existen hoy en dicho campo dos tambos de elevado rendimiento y sanidad.
Los novillos –tanto Aberdeen como cruza Charolais-, (por inseminación realizada por un ingeniero agrónomo), se invernan en el mismo campo gracias a la implantación de praderas permanentes y silos, o bien en Quemú Quemú –La Pampa-, para aprovechar los centenos de una fracción sembrada de aquella zona con este fin.
COLONIZACION
En 1947, ante el llamado de Gobierno en ese sentido, el Sr. Orlowsky, en nombre de su madre, Doña Ignacia del Carril de Orlowsky, ofreció al Banco de la Nación Argentina, una fracción de 1.700 hectáreas, para colonización (es hoy la colonia “Brigadier Betbezé”. La Angelita, FGSM.
Más adelante y en reiteradas oportunidades, se ofrecieron fracciones -unidades económicas-, a los arrendatarios.
El Conde Orlowsky, padre de seis hijos, es un hombre de inquietudes sociales, como lo ha evidenciado en sus intentos de concretar adjudicaciones de predios a los colonos, los que no siempre prosperaron, por los intrincados problemas burocráticos u otros motivos, pese a las muy favorables condiciones en que fueron ofrecidos.
Esos sentimientos los exterioriza asimismo, al lamentar las divisiones que se advierten en lo que debería ser una gran familia agraria., ya que de ser unida se hallaría e mejores condiciones para defender los intereses comunes de todos los productores del campo, sin distinción.
Esas aspiraciones se traducen en precios retributivos para la producción agropecuaria, facilidades al hombre de campo con créditos a plazos convenientes y a interés promocional como se hace en Francia, Alemania y Estados Unidos y la provisión de maquinaria agrícola eficiente y a precios razonables.
SAN EMILIO
De María Teresa Hardoy de Zuberbühler
El Establecimiento de Campo San Emilio, nació apenas ayer, pero ya es grande, por su misma presencia coqueta, la hermosa disposición de sus instalaciones, por la actividad que allí se desarrolla y porque en pocos años tiene ya una historia y una vida intensa, apretada por la emoción del recuerdo.
Porque la Estancia San Emilio es en gran parte la obra de un hombre joven, talentoso, emprendedor, que apenas pudo ver plantada su obra, ya que prematuramente se vio separado de este mundo.
Pero aquí está el testimonio de su obra, que él vio esbozarse en cada planta de las que bordean los caminos espaciosos y el parque.
Nos referimos al recordado Emilio Zuberbühler, fallecido a los 33 años de edad, el 9 de Agosto de 1961.
La delicada presencia de la señora María Teresa Hardoy de Zuberbühler, nos habla de una voluntad firme de continuar la obra que hoy ya se halla en plena floración.
Enamorada del campo, como puede estarlo una mujer de su calidad intelectual y de su fina sensibilidad, incursiona en las inquietudes ganaderas tan arraigadas en su familia.
Su hermano, el señor Alberto Hardoy, administra la estancia y nos habla de sus propósitos, de sus inquietudes y de sus esperanzas. Le preguntamos sobre los motivos que lo han impulsado a decidirse por el Hereford, y nos habla con entusiasmo de las posibilidades de esa raza a la que estima está reservado un porvenir de primerísima importancia.
La hemos adoptado –nos dice- más por convicción que por los beneficios inmediatos que pueda proporcionarnos.
Nos da cuenta de haber realizado importaciones de pedigrée del Uruguay, ya que era operación muy conveniente en razón de los precios que se podían conseguir allá, debido a la situación creada por la sequía en el vecino país.
La hacienda de excelente calidad gana estado en pocas semanas en estos campos y se adapta perfectamente.
La Estancia San Emilio fue inaugurada e l31 de diciembre de 1960 y en escasos cinco años presenta ya la emoción de una presencia exuberante, de una organización técnicamente moderna y de una actividad tesonera y hecha con la esperanza de un gran futuro para el campo argentino. Y de la decisión de continuar manteniendo y prestigiando una tradición familiar tan adentrada en el quehacer agrícola-ganadero de la zona.
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