La expansión de las inundaciones en un amplio sector geográfico de la provincia de Buenos Aires ha vuelto a poner en evidencia una compleja situación que recrudece con frecuencia.
Las abundantes lluvias caídas a lo largo de los últimos meses han provocado que unos dos millones de hectáreas se encuentren actualmente bajo el agua.
El centro-oeste bonaerense -con los partidos de 9 de Julio, Bolívar y Carlos Casares como los más afectados- da cuenta de un panorama desolador, con parcelas completamente cubiertas por agua, caminos intransitables y una economía productiva que, en ese contexto, se ahoga literalmente.
El impacto de esta catástrofe hídrica no implica solo la pérdida de la cosecha, sino también un parate en el eslabón productivo, con ganado comprometido, leche que no puede salir de los tambos y maquinaria agrícola incapaz de ingresar a los establecimientos rurales.
En el transcurso de los últimos días Carbap ha calificado la situación como una “tragedia anunciada” y dejó de manifiesto, una vez más, el reclamo por la falta de obras hídricas y de mantenimiento de la infraestructura rural.
El grado de inversión y el nivel de ejecución de obras clave como el Plan Maestro del Río Salado, por ejemplo, han sido insuficientes o se han postergado casi de manera sistemática durante las últimas dos décadas.
Una vez más los dirigentes y productores alzan la voz ante autoridades provinciales y nacionales en búsqueda de una respuesta urgente que vaya más allá de la emergencia inmediata.
Consideran “imprescindible” instrumentar las acciones necesarias y suficientes para poner fin a una escena repetida, y volver a dar marcha a la cadena productiva que mayor grado de impacto tiene en la provincia de Buenos Aires y a nivel país.
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