Por: José Luis Amado -Periodista-, exclusivo para Grupo La Verdad
Nepal, es un pequeño país ubicado entre dos enormes potencias, India al sur y China al norte. Nepal es famosa por poseer la montaña más alta de todo el planeta: el majestuoso monte Everest del Himalaya.
Su ciudad capital se llama Katmandú, tiene 1,6 millones de habitantes y casi no posee semáforos, el transito se dirige mediante policías con silbato. Además, posee otras curiosidades, por ejemplo allí en 543 aC., nació Buda (Siddartha Gautama) y a pesar de esto, el 80% de los nepalíes son hinduistas.
La bandera de Nepal es la única en el mundo que no es rectangular, son dos triángulos. En Nepal nació la leyenda del Yeti, el monstruo de las nieves que habita en el Himalaya.
En 2008 y después de 240 años, Nepal dejó de ser una monarquía y se declaró República y la primera elección democrática la ganó el Partido Comunista. La noche del 1 de julio de 2011, casi la totalidad de la familia real nepalí fue asesinada por el príncipe Dipendra porque no lo dejaban casarse con la mujer que amaba.
De Nepal es la temible etnia de los Gurkas. Algunos de estos soldados han colaborado inorgánicamente en distintas guerras junto al ejército británico. Estuvieron en las islas Malvinas, pero se dice que nunca entraron en combate directo.
En Nepal, se practicó (dicen que aún existe), la poliandria fraternal, es decir una mujer puede tener varios maridos a la vez, en este caso hermanos.
Nepal posee 33 millones de habitantes, alberga más de un centenar de grupos étnicos y allí se hablan unas 120 lenguas diferentes, siendo el nepalí su lengua oficial. Se trabaja de domingos a viernes, siendo el día de descanso el sábado. Hay muchas otras cosas curiosas de este país, pero una de las que más llama la atención es que hoy día en Nepal hay Diosas vivientes, se las denomina Niñas Kumari.
La Diosa Taleju
En muchas tradiciones religiosas las diosas existen solamente en el reino espiritual, pero en Nepal viven y toman la forma de niñas; se las conoce como Kumari (del sánscrito niña pura o virgen).
Durante siglos los hindúes y los budistas de todo el valle de Katmandú han adorado a estas niñas a las que creen una descendencia de la diosa hindú Taleju. Los reyes nepalíes han sido históricamente devotos de Taleju, pues creen que su favor era crucial para el éxito y la legitimidad del monarca.
Suele ser representada en forma de una mujer con múltiples brazos, cada uno sosteniendo diferentes armas o símbolos de poder. A menudo se la muestra montando un león o un tigre, lo que simboliza fuerza y valentía. Hay varios templos dedicados a Taleju en Nepal, siendo el más famoso el Templo de Taleju en la ciudad de Katmandú.
Y aquí lo importante: los hindúes de Nepal, entienden que la Niña Kumari es la encarnación de la diosa Taleju y su adoración se basa en la creencia de que la diosa reside en el cuerpo de esta niña.
La niña Diosa viviente o Kumari
Para que una niña sea elegida Diosa Kumari tiene que atravesar una serie de condiciones muy puntuales. En principio, la niña elegida debe tener entre 3 y 5 años de edad y debe cumplir con 32 criterios estrictos, a saber: ojos negros o azules, pelo con rizos que giren a la derecha, pestañas como las de una vaca, voz como la de un gorrión, muslos como los de un ciervo, etc. Además, debe atravesar pruebas muy específicas que evalúan su coraje y serenidad. Incluso debe tener una carta astrológica natal afín a la Diosa Taleju y otro requisito es que debe pertenecer al clan budista Shakya. Todas estas condiciones previas a su selección son supervisadas por un comité de sacerdotes ancianos.
Una vez elegida, esta niña se trasforma en Diosa, por lo que se le modifican sus condiciones de vida. La niña Kumari vive en el Palacio Kumari Ghar ubicado en la plaza Durbar en el centro de Katmandú y es cuidada por su familia. Tiene una vida restringida y solo puede salir dentro de una carroza y en ocasión de festividades religiosas.
Además, deben seguir ciertas reglas como no caminar sobre el suelo fuera de su palacio ya que se considera impuro. También debe usar un maquillaje muy elaborado, vestirse con ropa tradicional de color rojo y llevar puestos pesados adornos de joyería.
Estas niñas sólo son diosas por unos años, pues según la tradición permanece Kumari hasta la pubertad, más puntualmente hasta la aparición de su primera menstruación. Es entonces que, de golpe, son devueltas a la vida normal y se elige a otra niña para que ocupe su lugar.
La actual Diosa viviente de Nepal, se llama Trishna Shakya y fue elegida en 2017 cuando tenía solo 3 años (hoy tiene 10 años) y reemplazó a Matina Shakya, una niña que fue “jubilada” del cargo al cumplir 12 años.
Cabe destacar que en Nepal, existen otras dos Kumari, pero la más conocida es la Kumari de Katmandú.
Niñas reverenciadas
En sus pocas apariciones públicas sus reacciones son muy observadas, pues estarían comunicando mensajes. Por ejemplo, si la Kumari recibe un presente en silencio, es señal de que el favor solicitado durante la ofrenda será cumplido. Por el contrario, si llora o ríe, significa que la muerte o la enfermedad podrían ocurrir.
Además, a la Kumari se le priva de la vida normal de todo niño, por ejemplo ella no va a la escuela pues concurre una maestra a su palacio y no tiene contacto con otros niños, dado que vive todo el tiempo en la calma absoluta del templo.
El después
Una vez devueltas a la vida “normal”, estas niñas que fueron diosas vivientes se enfrentan con muchas dificultades. Comenzando por el simple acto de caminar, ya que sus músculos suelen verse atrofiados por haber sido cargadas en todo momento, dado que no pisan el suelo ya este es considerado impuro para ella.
Algunas no soportan ser nuevamente “normales” y ya no ser adoradas. Los efectos psicológicos son bastante comunes. Adicionalmente, las Kumaris terminan sus vidas solas porque, según la leyenda, quienes se casan con ellas tienen mala suerte, aunque esto ya está cayendo en desuso.
Después de años prácticamente aisladas deben aprender a hacer amigos, andar por las calles e ir a la escuela. No obstante, la mayoría de ellas defienden que esta tradición ancestral debe continuar por la identidad espiritual y cultural de Nepal.
Después de la abolición de la monarquía en 2008, la Corte Suprema nepalí ordenó una investigación sobre las condiciones de vida de las niñas Kumaris. En su decisión, la Corte dictaminó que las jóvenes Kumaris debían tener más libertades y que se debía acordar darle un mayor espacio a la educación. A pesar de este progreso judicial, lo tradicional pesó más y esta práctica sigue existiendo.
Y si bien esta tradición es objeto de debate debido a la vida aislada que llevan, sigue siendo un elemento central de esa cultura. En resumen, la Kumari no solo es una figura religiosa, sino también un símbolo cultural que representa la conexión entre lo divino y lo humano en el contexto de la cultura nepalí.