POR JOSÉ LUIS AMADO –PERIODISTA AGROPECUARIO- EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD
Esta semana el asesor e integrante del INTA Marcos Juárez, Ing. Agr. Juan Pablo Ioele (@PabloIoele), publicó una nota muy interesante en dónde explicó las diferencias entre un productor agrícola local y un productor americano.
La nota comienza explicando que fue realizada en el marco de su visita al Farm Progres Show, en dónde pudo recorrer parte de lo que se denomina el corn belt (cinturón maicero) entre los estados de Illinois y Iowa.
Explica el Ing. Ioele que el productor de los Estados unidos, “además de no poseer retenciones al precio de sus granos, aquí también cuentan con características contrastantes a nuestra región, empezando por sus condiciones ambientales, donde no solo la temperatura y la radiación son disimiles a las nuestras sino su principal limitante es el agua. En el cinturón maicero se necesita esperar a que se derrita la nieve del invierno para poder empezar una siembra con el perfil garantizado. Se obtienen precipitaciones entre los 600 y 700 mm durante el ciclo del cultivo”, destacó.
Revela el argentino que “Entre los productores visitados estuvimos en una granja en el límite este de Iowa, perteneciente a la familia Baum, que nos comentaba que, por cuestiones de rentabilidad, esta campaña hizo el 50% del área con soja y el 50% de maíz, pero si ellos tendrían que elegir hubiesen preferido hacer 100% maíz que es su cultivo preferido”.
Otro detalle no menor es cuando destaca que “La granja de los Baum es séptima generación de productores agrícolas llegados desde Alemania en 1848 y siguen viviendo en el campo. Es aquí, quizás, la primera gran diferencia con los productores argentinos de la zona núcleo, ya que el productor del corn belt sigue siendo un productor dedicado exclusivamente a trabajar su tierra y su interés es simplemente aumentar el rendimiento físico de la empresa. Ellos dedican todo su conocimiento y esfuerzo a mejorar la eficiencia productiva ya sea a través del uso de lo último en maquinarias agrícolas como en la utilización de insumos. En tanto, el productor argentino ha tenido, a lo largo de los últimos 30 años, que transformarse en un conocedor de varias aristas más del negocio para poder sobrevivir, al punto que no creo que ningún productor norteamericano pueda sobrevivir mucho tiempo bajo las condiciones nuestras. Nuestros productores han sabido apropiarse de saberes destinados a enfrentar riesgos permanentes en lo que respecta a variables económicas y comerciales del negocio agropecuario, explicó.
A su mirada anterior, agregó: “El farmer (así se le denomina a los agricultores en Estados Unidos), ha sido respetado y ayudado por políticas estatales que siempre lo acompañaron y apoyaron, generando un marco a lo largo de los años que le permitió dedicarse exclusivamente a hacer lo que saben: producir. En cambio, la coyuntura de la Argentina ha llevado a que gran parte de nuestros productores hayan abandonado el campo como lugar de vivienda y, en numerosos casos, hayan terminado dando en alquiler (aproximadamente el 70% del área en la Argentina y menos del 40% en los Estados Unidos es arrendada). Este escenario generó cambios sustanciales en la manera de entender y hacer agricultura en la Argentina, donde la rentabilidad es la herramienta de decisión permanente a la hora de tomar decisiones”, agregó.
Otro dato que marca una diferencia muy grande con el productor argentino es que ninguno los productores americanos que el Ing. Juan pablo Ioele pudo visitar elaboraba un simple margen bruto para saber cuál era su rendimiento de indiferencia, sin embargo, todos habían tomados crédito estos años para la compra de maquinaria, todos fertilizaban al máximo y también compran la mejor genética disponible en sus semillas, sin mirar el precio.
Definitivamente, la forma de producir granos en el principal país productor de granos del mundo es muy distinto a la Argentina.
Por ejemplo, destaca Ioele que “otra diferencia sustancial en el sistema de producción norteamericano es la ausencia del técnico/asesor y monitoreador de cultivos. Son, en la mayoría de los casos, los mismos productores los que siembran, pulverizan, cosechan y, además, recorren sus cultivos, asesorados técnicamente por los proveedores de insumos y herramientas tecnológicas”.
Debido a la ausencia de técnicos a campo, ellos deben simplificar y achicar al máximo el error a través de herramientas tecnológicas que los ayuden en la búsqueda de la eficiencia en el manejo del cultivo. “Una herramienta en desarrollo que conocimos es Smart Scout para monitorear cultivos, donde con una cámara del teléfono se puede medir la calidad de siembra en vivo que, además, brinda un reporte rápido y sencillo con las métricas importantes de la siembra”, reveló Ioele.
Y las diferencias no terminan aquí. Pues gran parte de los productores americanos venden su maíz directo a las plantas de etanol y la soja a la exportación. Es más, todos cuentan con capacidad de almacenamiento en el campo y el trasporte lo hacen con camiones propios hasta las barcazas o estaciones de trenes de carga. En cuanto al seguro agrícola, este cubre el 85% del rinde promedio de los últimos 5 años por precio definido por el Gobierno.
Estas son algunas de las enormes diferencias entre un país que respeta la producción agrícola y otro, el nuestro, que está en sus antípodas.
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