Hace cinco años, Junín vivía uno de los momentos más desesperantes. A raíz de la desaparición de una nena de 11 años, la ciudad se movilizó. Pero las esperanzas terminaron cuando fue hallado el cuerpo sin vida de Camila Borda, y luego la autopsia arrojaría datos más estremecedores, porque había sido violada y asfixiada, en una quinta a 50 metros de su casa.
El único acusado, José Carlos Varela, fue detenido y en noviembre de ese mismo año fue condenado a reclusión perpetua.
Por el caso, hubo una movilización masiva en la plaza 25 de Mayo, para acompañar a la familia de la inocente víctima, que el domingo 25 de febrero de 2018 a las 11.30 salió en su bicicleta para ir al quiosco, a unos 70 metros de la casa que compartía con su madre y sus seis hermanos. Iba a buscar cigarrillos y algo de pan para el almuerzo, pero no regresó.
A las 13, la madre fue hasta la Comisaría 1° a hacer la denuncia. Junto a dos policías repitieron el camino que tendría que haber hecho la nena. La Policía dice que fueron los dos oficiales los que siguieron el rastro de la bicicleta, marcado en la calle de arena, y notaron que terminaba en la tranquera de la quinta de Arias 1559. Los vecinos cuentan que, a raíz de una serie de “situaciones sospechosas” de Varela, señalaron ese lugar.
La música estaba tan fuerte que no hubieran escuchado los gritos ni las sirenas de los patrulleros. Tampoco los llamados de su familia buscándola desesperadamente durante cuatro horas. “Vieron al hombre en una ventana del segundo piso. Salió sin remera, con un pantalón verde, nervioso. Eso hizo sospechar a los oficiales. Uno se quedó con él para evitar que escapara o tuviera alguna reacción violenta y la mujer policía empezó a recorrer los cuartos. Cuando llegó al baño se puso aún más nervioso e intentó desviar la atención”, relataron fuentes policiales.
El hallazgo fue brutal: cerca de las 16 encontraron el cadáver de Camila en la bañera. “La muerte fue por un paro cardiocirculatorio traumático por asfixia mecánica tras estrangulación por lazo”, confirmaron fuentes de la fiscalía. Al mismo tiempo, los forenses constataron “lesiones compatibles con un abuso sexual”.
Según los resultados posteriores, Camila fue asesinada poco después de ser raptada y se certificaron las lesiones en su cuerpo que, “a priori, son consistentes con marcas provocadas por la resistencia de la víctima”. Camila se defendió de su asesino. La niña iba a iniciar su último año de la primaria en la Escuela 22.
CONDENA PERPETUA
En el juicio que se realizó en noviembre de 2018, Juan Carlos Varela fue condenado a reclusión perpetua por la violación y asesinato de Camila Borda. En un fallo unánime, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Junín le atribuyó los delitos de «abuso sexual calificado por haber sido cometido mediante acceso carnal en concurso real con homicidio doblemente calificado por su comisión mediante alevosía y criminis causae, estos últimos dos en concurso ideal».
Los jueces Miguel Ángel Vilaseca, Esteban Melilli y Karina Piegari aplicaron la condena más alta prevista en el Código Penal, apoyándose en que Varela fue encontrado en la casa junto al cadáver de la víctima en circunstancias de cercanía temporal a su deceso, además de que tanto el cuerpo como las prendas de Camila tenían material genético del imputado.
La postura de la defensa, que buscaba declarar inimputable al casero por un trastorno de personalidad esquizoide, fue desechada. Aseguraron que su psiquis funciona dentro de los parámetros de la normalidad, con plena comprensión de sus actos.
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