La pasión por el vóley encendió en Alan Abdala una chispa diferente. No se trataba solo del juego, de la adrenalina de cada punto o la estrategia sobre la red. Para este joven juninense, el vóley encontró un nuevo significado a través del silbato, la tarjeta y la implacable búsqueda de la justicia en cada jugada. Alan no solo es un árbitro con una proyección prometedora, sino también un ejemplo de dedicación que pudo llevar el nombre de Junín a los Campeonatos Argentinos Sub 18 y Sub 14 de Vóley, consolidándose como uno de los referentes del arbitraje bonaerense.
Su reciente participación en el Campeonato Argentino Sub 18 en Posadas, Misiones, y su inminente viaje a Bariloche para el Campeonato Argentino Sub 14 (del 3 al 7 de junio) son la culminación de un trabajo constante y un compromiso inquebrantable con una labor que, si bien puede pasar desapercibida para el ojo inexperto, es fundamental para el desarrollo del deporte.
UN CAMINO DE CRECIMIENTO Y RECONOCIMIENTO NACIONAL
La noticia de su convocatoria al Campeonato Argentino Sub 14 en Bariloche fue recibida con la alegría y la humildad que caracterizan a Alan. «¡Contentísimo!», exclama con entusiasmo. «Primero porque, bueno, es una nueva oportunidad de ir creciendo en esto que tanto me gusta, que no hace mucho tiempo que estoy, tan solo 3 años, es poco tiempo». Esta frase encapsula la esencia de un árbitro joven que, a pesar de su corta trayectoria, supo ganarse el respeto y la confianza de las autoridades del vóley provincial y nacional. La oportunidad de arbitrar en un torneo de esta magnitud, en una ciudad tan emblemática como Bariloche, agrega un condimento especial a su experiencia.
Alan reflexiona sobre la singularidad de esta nueva convocatoria, especialmente después de haber estado en el Campeonato Sub 18 en Misiones hace apenas unas semanas. «Yo ya había ido a Misiones hace tres semanas y como que no lo tenía tan en cuenta este porque, hay que dar la oportunidad a los demás también», confiesa. Esta mentalidad de equipo y de dar espacio a otros árbitros es un reflejo de su madurez. «No podía creer que me convoquen otra vez, por suerte me pudo tocar, así que ahora me siento muy feliz «, agrega, revelando la ansiedad y la emoción que preceden a cada gran evento.
La preparación para un campeonato de esta envergadura no se limita al conocimiento del reglamento. Alan enfatiza la importancia del aspecto mental, especialmente al arbitrar categorías formativas. «Desde lo mental me prepare muy bien, porque esta categoría, la Sub 14, conlleva mucha preparación porque bueno, son chicos, y hay que tratar el tema de las actitudes, de las energías que tienen, que son distintos a los de los más grandes», explica. Comprender la psicología de los jóvenes deportistas, que recién están transitando del mini vóley a la alta competencia, es crucial para conducir un partido de manera efectiva y educativa.
El aprendizaje continuo es un pilar fundamental en la filosofía de Alan. «Siempre estoy aprendiendo, siempre llevándome el recuerdo de cada compañero, cada enseñanza, cada mensaje de los entrenadores, los coachees que tenemos, algo que siempre suma», afirma, demostrando una apertura constante al crecimiento y a la retroalimentación. Esta actitud proactiva lo distingue y lo posiciona como un árbitro en constante evolución.
Objetivos claros: arbitrar, aprender y colaborar
Al ser consultado sobre sus expectativas y objetivos personales para el Campeonato Sub 14 en Bariloche, Alan prioriza el colectivo por encima de los logros individuales. «Desde lo personal, hacer el mejor torneo posible, seguir aprendiendo, seguir colaborando con mis compañeros», sostiene. La presencia de «muchos compañeros nuevos», para quienes esta será su «primera vez» en un torneo de estas características, resalta su rol de apoyo y mentor. «Ayudar en lo que más se pueda, cumplir estar a la altura y por demás también», añade, enfatizando su compromiso con el éxito general del campeonato.
Aunque reconoce la importancia de un buen desempeño personal, su enfoque principal radica en el bienestar del torneo. «Si me va bien en lo personal mejor y si no, no, no hay problema. O sea, me enfoco más en que el torneo salga bien para todos, digamos», subraya. Esta visión desinteresada y colaborativa es un valor fundamental en el mundo del arbitraje, donde el trabajo en equipo y la armonía entre los colegiados son esenciales para garantizar la fluidez y la justicia en cada encuentro.
Cuando se le pregunta qué es lo que más le apasiona de la tarea de ser árbitro, Alan se detiene y reflexiona, intentando abarcar la multiplicidad de sensaciones que le genera esta labor. «Uy, de todo. Podría decir un montón de cosas, pero creo que lo principal es el poder conectar con gente de otras provincias, de otros lugares», revela. Los torneos nacionales, como los que experimentó, son oportunidades únicas para forjar lazos que trascienden la geografía. «Haces amigos nuevos, ya hay personas que ya son amigos, hace tres años las veo casi siempre, compartimos mucho», comparte, destacando la construcción de amistades duraderas en el ambiente.
La posibilidad de compartir estas vivencias es un motor para Alan. Recuerda con emoción su viaje a Bariloche con un amigo de La Plata, quien por primera vez viajaba en avión. «Para mi poder compartir este viaje con él es muy importante también es la primera vez que él viene acá, primera vez que pudo viajar en avión», comenta, con la alegría de quien vive las experiencias de otros como propias. «Entonces, yo comparto esas experiencias con él», añade, resaltando el valor de la camaradería y el compañerismo.
La diversidad de costumbres y el intercambio de experiencias con personas de distintas regiones del país son elementos que enriquecen su perspectiva. «Ver las distintas costumbres de la gente que por ejemplo son de San Juan, Mendoza, compartir cada uno su lugar, o sea, como que eso es muy lindo», describe con entusiasmo. Pero quizás uno de los aspectos más emocionantes para Alan es la oportunidad de interactuar con figuras que antes solo admiraba a la distancia. «Después conocer gente a nivel nacional que uno, como me pasó en Misiones, de verlos en la tele, llegar ahora y tenerlos acá en el mismo hotel, compartir un momento así, es todo muy lindo lo que se vive», afirma, poniendo de manifiesto la admiración y el respeto que siente por los grandes referentes del vóley.
El arbitraje, por su naturaleza, implica una constante búsqueda del equilibrio. Para Alan, el mayor desafío en un partido es garantizar que todo transcurra sin inconvenientes. «Que salga todo bien, poder conducir bien el partido, que no haya ningún tipo de problema», enfatiza. Sin embargo, su filosofía va más allá de la mera aplicación de las reglas; se centra en la sutileza de su rol. «Después, es como dejar fluir, siempre intentar pasar desapercibido porque claro, en este torneo lo que son los principales protagonistas son los jugadores, nosotros acompañamos», explica. Esta perspectiva es fundamental en el arbitraje formativo, donde el foco debe estar en el desarrollo de los atletas y no en la figura del árbitro.
La capacidad de adaptarse a cada situación es clave. «Siempre intentar estar ahí al pie para superarse en cada situación, en cada partido que es distinto, así que bueno, es muy variado», concluye, destacando la complejidad y la diversidad de cada encuentro que dirige.
MANEJO DE LA PRESIÓN: CALMA, HUMILDAD Y RESPETO
El manejo de la presión es un aspecto crucial para cualquier árbitro, especialmente en momentos de decisiones controvertidas. Alan Abdala lo aborda con una madurez que trasciende. «Intento siempre manejarlo con calma, habilidad, sabiendo que hay veces que me puedo equivocar, como todo, como cualquier ser humano», expresa con sinceridad. Reconocer la falibilidad humana es el primer paso para una gestión eficaz de la presión. «Siempre intento que salga todo bien, pero bueno, si no es así por lo menos yo intento respirar hondo y seguir adelante sabiendo que capaz en algunas situaciones me puedo equivocar y después en otras no», explica, revelando una técnica sencilla pero efectiva para mantener la serenidad.
La clave, para Alan, reside en la humildad y el respeto. «Siempre con respeto, nunca pensando en que por estar más arriba siempre voy a tener la razón, porque todo el mundo se da cuenta cuando uno dice de esa forma, cuando uno ya está dispuesto ya todo va saliendo normal», afirma. Esta actitud, centrada en ser «buena persona dentro y fuera de la cancha», es un pilar fundamental en su ética de trabajo y en su interacción con jugadores, entrenadores y colegas.
LA EXPERIENCIA EN MISIONES (SUB 18): UN SALTO DE CALIDAD Y APRENDIZAJE
El reciente Campeonato Argentino Sub 18 en Posadas, Misiones, fue una experiencia transformadora para Alan, marcando un antes y un después en su carrera arbitral. «Esa fue la más importante del año, fue una de las mejores, me parece que por el nivel que había de todos, desde la logística, de donde fuimos, que fue muy largo el viaje, desde los jugadores que ya juegan Liga Nacional, como las jugadoras que también están en Liga Nacional», relata con asombro. La magnitud del evento y la calidad de los participantes, que incluían entrenadores de la Selección Argentina y jugadores con experiencia en campeonatos mundiales y sudamericanos, elevaron la vivencia.
«Fue una experiencia para decir ‘bueno, es la máxima categoría, hay que intentar estar a la altura'», confiesa Alan sobre el desafío que representó arbitrar en un entorno de tal magnitud. La satisfacción de haber cumplido con las expectativas es evidente en sus palabras: «Por suerte me fue bien, pude estar a la altura, creo yo». Más allá del aspecto técnico, las vivencias personales fueron invaluables. «Fue uno de los viajes más lindos que me tocó estar porque bueno, es como digo, por la cantidad de gente que había que uno es como lo ve en la tele y después lo tiene en el mismo hotel tomando mates y después verlo como a uno, entonces como que bueno, esas son las experiencias también lindas de compartir esos momentos», comparte, evidenciando cómo el arbitraje le permite vivir encuentros únicos y memorables con figuras del deporte.
Al comparar la experiencia de arbitrar un Sub 18 con el próximo desafío en el Sub 14, Alan encuentra similitudes en la exigencia, pero diferencias en la dinámica de los jugadores. «De la exigencia es la misma, de tomar que sean tres, cuatro años de diferencia es la misma, porque bueno, por más que sea una categoría más baja, no hay que relajarse, porque cuando se relaja o cuando están las equivocaciones, después se ve la diferencia», explica con claridad. Su profesionalismo lo lleva a abordar cada partido con la misma seriedad, independientemente de la categoría.
La principal distinción radica en el perfil de los jóvenes atletas. «Los chicos de Sub 18 ya entienden mucho más, son más comprensivos, o sea, en Sub 14 son un poco más energéticos los chicos, son de 12, 13 y algunos de 14 años», describe, señalando la necesidad de adaptar su enfoque a las particularidades de cada grupo etario. «En cambio, en Sub 18 ya tienen 16, 17, 18 algunos, entonces como que se intenta, siempre tratar con respeto, todos y para hacerles entender», añade, confirmando que la paciencia y la pedagogía son herramientas esenciales en el arbitraje formativo.
El campeonato en Misiones dejó a Alan no solo nuevas amistades y reencuentros, sino también valiosos aprendizajes que aplicará en Bariloche. «Me encontré con gente que hace un montón que no veía, después me tocó tener la suerte de tener entrenadores que hace tres, cuatro días atrás me había visto en una final de Liga y después estaba en un hotel y compartir unos mates con personas así de ese nivel», relata sobre la riqueza de los intercambios. «A uno que está acostumbrado que siempre de chiquito lo vio por la tele era tenerlo en el mismo lugar», comparte, destacando la emoción de estar cerca de sus referentes.
Cada interacción, cada observación, se convierte en una lección. «Todo desde los conocimientos hasta cómo tratar, porque si hay técnicos que tratan de cierta forma y te explican de cierta forma, vos vas aprendiendo, vas tomando ideas de todos, de cómo manejarse, con respecto a los jugadores y los entrenadores también», asegura. La importancia del respeto en un entorno desconocido también es un aprendizaje clave.
Mirada a futuro: Objetivos y crecimiento continuo
Con la humildad de quien sabe que el camino es largo y lleno de oportunidades, Alan Abdala traza sus próximos objetivos. «Siempre intento ponerme como minis objetivos de cara a lo que sería el año», explica. El haber cumplido el primero, su participación en Misiones, lo impulsa a seguir adelante. Aunque no tiene un torneo específico en mente como meta única, su ambición se centra en la mejora constante. «No te digo alguno puntual porque no, no lo sé, o sea, porque como si intento cada torneo que hay intentar la posibilidad de ir», afirma.
Su enfoque es en lo cotidiano. «Intento día a día, intentar mejorar y bueno, son otros los encargados de ir viendo el rendimiento, los que van a evaluar si estoy para más o por lo menos para seguir aprendiendo que como vengo todavía», concluye, dejando claro que su desarrollo como árbitro es una prioridad constante. La Liga Federal es un horizonte que le atrae, y si se presenta la oportunidad de arbitrar en esa categoría, la tomará.
Un mensaje para las nuevas generaciones: anímense y aprendan
Para cerrar la entrevista, Alan Abdala envía un mensaje inspirador a todos aquellos jóvenes que, como él, sienten la inquietud de incursionar en el arbitraje de vóley. «El mensaje que les doy es que, si les gusta, que se animen, porque hay muchos que no se animan por miedo a que les digan que esto o que lo otro, pero bueno, todo el mundo pasa por esa decisión», enfatiza. La superación del miedo y la incertidumbre es el primer paso. «Yo lo pasé, la persona que te dice que no la pasó, es mentira, siempre tenés algún problema o algo, pero bueno, si vos creés que vas a aprender, no hay otra, o sea, que le metan para adelante, que no se dejen estar», aconseja con convicción.
La clave del éxito, según Alan, está en el compromiso y la formación continua. «Que lean, que lean el reglamento, que se aprendan de todos, porque cada uno de los que estamos acá, en mi experiencia y en la de todos mis compañeros de los provinciales, o mismo de los nacionales tiene sus vivencias, cada uno te enseña algo», recalca. La generosidad en la transmisión de conocimientos y la apertura al aprendizaje son fundamentales en el arbitraje. «Siempre si es que a vos te interesa, hay seguir para adelante, sin importar nada más», finaliza, con un mensaje claro y motivador.
Alan Abdala no solo es un árbitro con un futuro prometedor, sino también un embajador de Junín en el ámbito del vóley nacional. Su dedicación, su humildad y su pasión por el silbato lo convierten en un referente para las nuevas generaciones y un ejemplo de cómo el esfuerzo y el aprendizaje continuo pueden llevar a lo más alto en el deporte.