Sol Fernández y Luna Peñalva, madre e hija, que comparten mucho más que lazos familiares; las une una gran pasión por el taekwondo. Este arte marcial se ha convertido en un pilar fundamental en sus vidas, un camino de disciplina, superación y conexión. «La verdad que estamos ligadas al taekwondo desde hace bastante tiempo», confiesa Sol. Aunque ella se inició en agosto del año pasado, su vínculo con el taekwondo se remonta a la niñez de su hijo, hoy cinturón negro. «Hace 14 o 16 años más o menos que él está en esto», explica Sol, mientras que Luna, su hija, comenzó a practicarlo desde muy pequeña, hace aproximadamente dos años.
Para Sol, el taekwondo siempre fue una pasión latente, un deseo que se mantuvo vivo desde su infancia. «Digamos que desde chica siempre me gustó a mí», confiesa. Sin embargo, la vida la llevó por otros caminos, y fue recién cuando su hijo comenzó a practicarlo, a los 6 o 7 años, que el taekwondo volvió a despertar su interés.
En el caso de Luna, el taekwondo llegó a su vida a través de su hermano. Luna empezó a ver a su hermano competir y las competencias, con su energía y emoción, fueron el disparador que encendió la chispa en Luna. «Cuando ves las competencias es donde te potenciás y te dan ganas y decís, ‘Yo quiero también'», así, Luna dio sus primeros pasos en el taekwondo.
A pesar de las dudas iniciales por su edad, Sol decidió seguir su pasión y comenzar a practicar también. «Siempre tuve las ganas, pero como ya era grande y digamos que estos deportes normalmente se empiezan de chico o adolescente, pero no a mi edad», reconoce. Sin embargo, su deseo de superación y la necesidad de realizar actividad física la impulsaron a dar el paso. «Digo, ‘Bueno, me animo, empiezo'», recuerda Sol. «Me costó, me costó muchísimo porque vos lo ves de afuera, ves las competencias y decís, qué lindo, qué fácil, quiero estar ahí, tirar patadas y no no es tan así».
Para Luna y Sol lo que más las motiva es estar en un competencia “vas a entrenar aunque estés cansada, no tengas muchas ganas, haga calor, pero decís, ‘se viene la competencia, tenemos que entrenar'». Para Sol, el taekwondo es un desafío constante, una prueba de superación personal. «El resultado tiene que ser bueno», asegura, «y si no sale bien, te quedás tranquila que diste todo».
La preparación es intensa, pero la satisfacción de darlo todo supera cualquier sacrificio. «Nos pasamos todo febrero entrenando para este último campeonato», recuerda Sol. «Pasamos un calor tremendo, pero dije, ‘Estamos poniéndole todo para un buen resultado'». La mentalidad de ellas es clara: el esfuerzo siempre vale la pena, independientemente del resultado. «Si el resultado no sale, nos quedamos tranquilas que dimos todo, porque en vez de estar en la pileta fuimos a entrenar».
Además, Sol encuentra en el taekwondo una forma de mantenerse activa y saludable. «Yo empecé por hacer una actividad física que a mi edad es re necesario», explica. «Estaba totalmente sedentaria desde hacía más de 20 años que no hacía nada». El taekwondo se ha convertido en un estilo de vida para Sol, una manera de desafiarse a sí misma y de mantenerse en forma.
El último fin de semana en Mar del Plata, participaron de la primera competencia del año, «nos fuimos con Luna, nos fuimos solas, de Junín éramos las únicas». La idea era combinar la competencia con un fin de semana de descanso, pero los nervios se hicieron sentir desde el sábado. «Llegó el domingo, ya desde el sábado estábamos muy nerviosa las dos», confiesa Sol.
La competencia fue larga y exigente, desde las 8 de la mañana hasta las 6:30 de la tarde. «Fue todo un día entero en el club y estás nervioso, realmente estás nervioso, somos competitivas, nos gusta ganar» explica Sol. Para Sol, esta fue su segunda competencia, y a diferencia de la primera, donde se sintió más relajada, esta vez los nervios estuvieron a flor de piel. «En la primera gané, que fue en Ameghino el año pasado y obviamente ahora quería seguir ganando. Entonces, estaba más nerviosa».
El torneo de la costa fue un evento de gran magnitud, con miles de participantes de diferentes lugares. «Nosotros estamos acostumbrados a ir a torneos de la zona, que son torneos lindos, pero mucho más chico», explica Sol. «Acá había alrededor de 5000 personas». La experiencia fue un desafío, pero también una oportunidad para crecer y disfrutar del taekwondo en un ambiente competitivo de alto nivel.
Sol se trajo el primer puesto en Damas Mayores y Luna tuvo una destacada actuación, ganando su primera pelea con una entrega total que la dejó agotada. A pesar del poco tiempo de descanso, se enfrentó a la final, donde se defendió con garra, pero el cansancio le pasó factura y obtuvo el segundo puesto. Su madre destacó su desempeño, calificando su primera pelea como un «peleón».
Para Sol, compartir su pasión por el taekwondo con sus hijos es un sueño hecho realidad. Aunque su hijo se encuentra en un receso, ella anhela que retome los entrenamientos para que puedan compartir esta pasión en familia. «Lo que más me gustaría y yo lo incentivo a que arranque otra vez, que estemos los tres», expresa Sol. Reconoce que fue ella quien inculcó el amor por el taekwondo en sus hijos, ya que desde niña sentía una gran atracción por este deporte. «Yo creo que se los inculqué más yo, porque ya te digo, desde chica la que le gustaba era a mí», explica.
El calendario está marcado por nuevos desafíos. En mayo, ambas se preparan para rendir sus exámenes de graduación: Luna buscará el cinturón verde punta azul, mientras que Sol aspira al cinturón amarillo, un nuevo escalón en su camino. Además, se preparan para nuevas competencias «seguir entrenando y prepararnos, competencia que haya y que se pueda viajar, ahí estaremos», afirma Sol, dejando en claro su compromiso con el taekwondo.
Sol deja un mensaje inspirador para todas las mujeres que desean incursionar en el deporte, especialmente en el taekwondo: «Que se animen, que busquen alguna escuela de acá de Junín, que hay varias». Destaca que no importa la edad ni la federación, ya que «el taekwondo es uno solo». Además de los beneficios físicos, Sol resalta los beneficios mentales que aporta esta disciplina, como el desarrollo del carácter, la superación de la timidez y el aumento de la confianza.
También hace referencia del beneficio que tiene para los niños, el taekwondo puede ser una herramienta invaluable para canalizar la energía, desarrollar el autocontrol y fomentar el respeto y la disciplina. Finalmente, Sol anima a las mujeres a desafiar sus propios límites y a perseguir sus sueños, sin importar la edad. «Yo digo el límite va a ser el cuerpo, hasta donde dé», afirma, pero también reconoce que el deporte puede extender esos límites. «Me costó, me costó, pero agarré re bien, no es imposible», concluye Sol, dejando un mensaje de esperanza y motivación.