La trayectoria deportiva del atleta juninense Claudio Ronca es un poderoso recordatorio de que la dedicación y el cambio de enfoque pueden abrir puertas a logros extraordinarios, incluso después de los 40 años. Ronca, un nombre que resuena cada vez con más fuerza en las carreras de fondo, forjó su éxito reciente sobre una base de disciplina férrea y un pasado totalmente ajeno al running: el mundo de las dos ruedas. Su historia es la de un atleta que no solo rompió sus propias marcas, sino que desafió el concepto mismo de límite físico.
El inicio deportivo de Claudio Ronca dista mucho de una pista de atletismo. Él mismo lo confirma: «vengo de un deporte diferente al atletismo me inicié en el mundo de las dos ruedas tanto como en el ciclismo donde hice una amplia carrera de en ese tan lindo deporte y unos años de motociclismo lo que son deportes totalmente diferentes al atletismo».
Influenciado por su padre, quien fue ciclista toda su vida, Ronca se dedicó al ciclismo desde los 18 a los 24 años. Durante esos seis años, forjó su resistencia y competitividad en pruebas de renombre como la Revancha de Doble Bragado (única etapa) y las carreras de fondo de la zona, como las Dos Horas de Pergamino y los 100 km de Pergamino.
La gran transición al atletismo fue impulsada por una necesidad básica: mantenerse activo. «La motivación para entrar al atletismo fue después de empezar a salir a correr para estar en forma». A los 38 años, se calzó por primera vez las zapatillas de corredor en una competencia oficial, debutando en la carrera «La Amistad». Desde ese día, el cambio fue definitivo: «desde ese día no dejé de correr más». Hoy, a sus 46 años, vive su mejor momento atlético.
Si bien todo atleta tiene un punto de partida, el despegue de Ronca se debe a la llegada de una persona clave: su entrenador y amigo Julio Gómez. Después de un breve paso por Olimpo y un inicio con Gerardo González, el encuentro con Gómez marcó un antes y un después en su carrera.
Ronca no escatima en elogios para quien considera su mentor: «luego llegué a conocer a Julio Gómez donde él es el forjador mío de que yo hoy consiga todo lo que consigo con marcas muy superadoras y es con quién hoy trabajo día a día». La relación va más allá del entrenamiento; es una sociedad basada en la confianza y el cumplimiento riguroso del plan. Sobre su reciente logro en la maratón, enfatiza la dedicación de su técnico: «Julio Gómez que siempre confío en mí me hizo un entrenamiento específico para que yo lo hiciera se lo cumplí a rajatabla con frío vientos y lluvia él fue el que creó en mí».
El reciente desempeño de Claudio Ronca en la maratón de Buenos Aires, donde consiguió su Marca Personal (PB), es la prueba más tangible de la eficacia de su entrenamiento. Siendo su tercera maratón, la preparación fue intensa, pero metódica.
La planificación de las semanas previas fue rigurosa: «La preparación para los 42 fue de la mano con la misma preparación de la media maratón con fondos de 30 y 31 km y carga semanales de 130 km semanales». Este esfuerzo culminó en un tiempo impresionante: 2 horas y 44 minutos, corriendo a un ritmo promedio de 3:52 por kilómetro durante los 42.195 metros. El atleta lo describe con satisfacción: «hoy vengo de correr un 42 con muy linda sensaciones y buenos parciales y muy buen remate».
Este éxito en la maratón es solo la punta del iceberg para Claudio Ronca, ya que en el último año logró mejorar todos sus registros personales, posicionándose como uno de los referentes zonales en su categoría. Sus marcas demuestran una progresión constante y una notable consistencia en diferentes distancias. Específicamente, ha logrado un ritmo de 3:30 por kilómetro para los 5 km. Para las distancias ligeramente mayores, alcanzó un ritmo de 3:35 por kilómetro tanto en los 7 km como en los 8 km. En los 10 km, su mejor registro se sitúa en un ritmo de 3:37 por kilómetro. Finalmente, en la Media Maratón (21 km), su ritmo ha sido de 3:44 por kilómetro.
Para Ronca, estos registros de rendimiento no es el final, sino una plataforma para seguir creciendo. Cuestionado sobre si había llegado a su techo, su respuesta es categórica y motivadora: «pienso que todavía no llegué a mi techo soy uno de los que piensa que el cuerpo no tiene límites». Por ello, su próximo gran objetivo es claro: «el próximo año queremos también volver a mejorar la marca» en maratón.
A nivel local y representativo, Ronca sueña con llevar el nombre de su ciudad a nivel competitivo, aunque con una preferencia bien definida: «Sí me gustaría representar a junín en algún torneo de pista pero más que nada en algún torneo en distancias de media maratón y maratón ya que son la distancia que me cae bien a mí».
Como broche de oro para el cierre de la temporada, el atleta planea volver a sus raíces y competir con todo en su carrera debut: «Como frutilla del postre para cerrar el año me encantaría hacer mi mejor marca en la amistad que es la que voy a empezar a trabajar a partir de la semana que viene y cerrar un año mejorando todas las marcas que corrí ya que fue mi mejor año».
El camino hacia la alta competencia está lleno de sacrificios, y en el caso de Ronca, la carga económica recae enteramente en su bolsillo, una realidad que pone de relieve el compromiso de los atletas amateur.
El atleta confiesa que «Ayuda económica no tengo, todos los gastos salen de mí trabajo». Los gastos son considerables, incluyendo la indumentaria especializada (solo recibe las prendas de Los Flamencos a través de Gómez) y, sobre todo, el calzado: «zapatillas me las compro yo y siempre para las distancias como objetivo trato de estrenar zapatillas nuevas».
Otro rubro complejo es el de la suplementación. Si bien opta por «recuperadores naturales» en lugar de complejos vitamínicos, reconoce que los suplementos son costosos: «y también difícil de mantener ya que hay que consumirlos diariamente y según la exigencia del entreno que te haya tocado y eso todo sale de mí sueldo, de mi trabajo, todos esos gastos zapatillas, suplementos y parte de la indumentaria».
Finalmente, al hablar de la fuerza que lo impulsa a superar estos retos, Ronca dirige su agradecimiento a su círculo más íntimo: «Todos estos logros sumados el último logro que fueron los 42 de Buenos Aires el logro este se lo debo a mi familia mis hijos mi esposa y a mi gran entrenador y amigo Julio Gómez que siempre confío en mí… si no fuera por ellos mi familia y mi entrenador no hubiese sido posible que fueron los que siempre confiaron y estuvieron conmigo». Su historia es un claro ejemplo de la perseverancia que, acompañada de un gran apoyo, puede llevar a romper cualquier barrera.
