Un clásico de los 60 fue transformado con chasis, batería y Autopilot de Tesla. El proyecto mezcla historia y tecnología en un mismo vehículo. Un clásico que se volvió eléctrico.
Un Mustang de 1966 dejó atrás el rugido de su motor naftero para convertirse en un auto eléctrico equipado con piezas de Tesla Model 3. La transformación incluyó el chasis delantero y trasero, la batería dividida en tres módulos y hasta el sistema Autopilot con cámaras externas.
La idea y el taller detrás del proyecto
El trabajo fue impulsado por Calimotive, un taller especializado en reciclar y vender repuestos de Tesla. Su dueño, Yaro Shcherbanyuk, explicó que la idea surgió tras años de ver a clientes que armaban sus propias conversiones. «Un día pensamos: ¿por qué no hacer nosotros una, pero con un clásico?», relató.
Costos y adaptación de la carrocería
Según detalló a Business Insider, el vehículo fue adquirido por unos USD 10.000 y requirió casi dos años de trabajo junto a su padre y su hermano. La adaptación demandó una inversión cercana a USD 40.000 para lograr que la carrocería original alojara los componentes de un Tesla moderno.
Cirugía mecánica: el alma de un Model 3
La intervención fue quirúrgica: el Mustang recibió la estructura delantera y trasera de un Model 3, además de su batería completa recortada en tres secciones para que encajara en la carrocería de los años 60. “Es prácticamente el ‘skateboard’ de un Model 3, pero cortado para que calce en la distancia entre ejes del Mustang”, explicó Shcherbanyuk.
Interior: mezcla de pasado y presente
El interior combina pasado y presente. Los asientos provienen de Tesla e incluyen calefacción y refrigeración, pero las ventanillas todavía se bajan con manija. El tablero clásico convive con la pantalla táctil de 15 pulgadas, que concentra funciones, datos de autonomía y actualizaciones de software.
El desafío del Autopilot
El sistema Autopilot funciona con el mismo esquema de cámaras externas que usa Tesla. Incluso lograron integrar la versión supervisada de Full Self-Driving, aunque no fue sencillo. «La mayor dificultad fue hacer funcionar el Full Self-Driving, nos llevó miles de kilómetros de calibración y mucho ensayo con la colocación de las cámaras», admitió el creador. De momento, la conducción autónoma no opera de noche por un inconveniente técnico con los faros que aún deben resolver.
Autonomía y rendimiento
La autonomía no desentona con la de un Model 3. En una prueba, la pantalla mostró 312 km con un 80% de batería, lo que proyecta un alcance cercano a los 390 km con carga completa. Además, puede conectarse sin problemas a las estaciones de Tesla.
Reacciones y futuro
Aunque algunos puristas lo consideraron un sacrilegio contra un ícono del automovilismo, la mayoría de las reacciones fueron de entusiasmo. El proyecto ya despertó consultas de clientes interesados en replicar la conversión. Shcherbanyuk reconoció que el interés creció, pero advirtió: «La gente no dimensiona cuánta mano de obra lleva hacer algo así». (DIB)