Por Redacción Grupo La Verdad
Paradójicamente las regiones con mejores suelos del país exportan sus frutos casi sin ni siquiera probarlos, y compran su alimento de otras zonas geográficas simplemente por precio o costumbre. En muchos casos ignorando su trazabilidad, propiedades, condiciones de producción, consecuencias de su ingesta y valor nutricional.
Así, la industria apuesta al monocultivo que es más escalable para una organización y menos compleja su implementación; y que -en gran medida- por volumen y estandarización se utiliza para engordar cerdos chinos. Sin embargo, no tenemos en cuenta el costo de oportunidad, porque esto se hace en suelos donde podríamos producir el mejor bife de chorizo vacuno del mundo, entre otros alimentos de calidad.
Transformemos los commodities en specialities con valor. Nunca vamos a combatir una actividad que da trabajo, es más, la valoramos. Solo proponemos discutir alternativas viables para diversificar la matriz productiva, generando más puestos de trabajo genuino y vinculando más actores sociales a la cadena de producción alimenticia. Podemos etiquetar productos orgánicos, rastreables, con trazabilidad e información valorable y con garantías para el consumidor.
Hoy debemos hablar de una sola salud, la que parte desde el suelo, salud ascendente. Entender que, en el proceso de creación de nuestros alimentos, y de formación de nuestro ecosistema, intervienen moléculas, células, organismos, bacterias, virus, agua y aire, hasta los organismos más complejos, concluyendo en nosotros. No son engranajes, hay una convivencia ecosistémica en la biología, en vez de combatirla debemos asociarnos a ella y generar sinergia.
Hablamos del problema de falta de nivel en las napas, sin pensar en todos los organismos o bichitos que promueven la porosidad del suelo y la infiltración de agua en el mismo. En el campo de Juan Kiehr, La Aurora, en el partido de Benito Juárez, el INTA y el CONICET, hicieron un estudio respecto de la población de lombrices que demuestra que los métodos productivos tienen consecuencias de todo tipo: a) en su campo, cada palada de tierra, salía con 80 lombrices (unos 400 kilogramos por hectárea, «una vaca rumiando el suelo desde abajo, compostando», ing. Santiago Sarandon), cuando en el campo vecino el conteo bajaba a 2 por individuos palada (unos 70 u 80 kilos de lombrices), todo esto a consecuencia de la utilización de fitosanitarios.
Hemos visto en Adelia María, Córdoba, en el establecimiento «El Mate» trabajar a los escarabajos estercoleros o peloteros, dejando túneles como el de un dedo meñique de un hombre adulto, en los que además entierran toda la bosta de los vacunos incorporando esa materia orgánica al suelo y limitando la multiplicación de moscas del cuerno. Nadie es tan eficiente para fertilizar el suelo como estos socios estratégicos, pero sin querer, en muchos casos los combatimos con nuestro sistema sanitario de vacunaciones masivas.
Por eso proponemos una matriz productiva inteligente, tratamos de explicarla y traemos testimonios que puedan ejemplificar cuál es el camino, cómo debemos integrarnos y sobre todo de qué debemos defendernos para constituirnos en una sociedad más fuerte y sana. La carne a pasto no enferma, diferenciémosla en calidades, estamos comiéndola en «damajuana». La industria vitivinícola pudo diferenciarse y especializarse, la proteína animal es la parte más Importante del plato de la mayoría de los argentinos y no tenemos casi información sobre cómo se produjo esa porción de comida.
Los franceses buscan la salud y convivencia a través de «la ciudad de los 15 minutos», así piensan el París del futuro para darles mejor calidad de vida a los ciudadanos, todo lo que necesitas a no más de 15 minutos. En Junín ya tenemos eso, la logística del ejido urbano y su integración es casi perfecta, como también una tenencia de la tierra minifundista con un promedio de unas 60 o 70 hectáreas por titular. Solo hay que brindarle seguridad al productor para que la inversión llegue y no se retraiga, que aunque sea ponga a disposición la tierra. Tenemos que sentarnos a conversar alternativas válidas para el productor e información para que el consumidor legitime la oferta o demande algo distinto.
Tenemos opciones, hay que explorar alternativas, la huerta orgánica, por ejemplo, y que nuestro producto regional esté disponible para trescientos mil consumidores de 100 kilómetros a la redonda. Hoy traemos la lechuga del cinturón hortícola de La Plata, sin saber cómo se, siembra, fertiliza o cosecha, y cuáles son los métodos con los que cuidan esos suelos. La cercanía y el arraigo son fundamentales para un mayor y mejor desarrollo, para dar empleo, generar pertenencia y responsabilidad, no nos permitimos ciertos excesos si vivimos donde trabajamos. Hace falta charlar, que nos pongamos de acuerdo, que tengamos un norte, que sepamos explicarlo y que en ese camino ganemos todos. Tenemos instituciones, que se conocen y complementan, que pueden interactuar, el municipio, la universidad, los colegios agro técnico y la técnica, las entidades de productores y colegios profesionales, la cultura en general.
Pensemos nuestra región periurbana como la de mayor potencial como capital de integración, la gran oportunidad para integrar a la ciudad y el campo generando valor, sabiendo que todos siempre han sido parte de la misma comunidad que necesita un desarrollo serio y que dependa de la capacidad de trabajo de la gente. Esas tierras que, por motivos varios, como son la imposibilidad de aplicar agroquímicos o la inseguridad y abigeato frecuente, podrían ser estratégicos a la hora de producir alimentos con certificaciones, en un sistema productivo sustentable, saludable y rentable, integrando el sector comercial, gastronómico y turístico y aumentando el valor marca #junin como la calidad de vida de todos los vecinos.
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