Por Claudia Birello
Para Grupo La Verdad
En 1924 nacía el Aero Club proyecto nacido unos años antes y que contó con la participación activa de vecinos tales como Justo Saavedra o Julio Ordiales.
Ya en 1923, tomaba especial trascendencia el flamante piloto linqueño radicado en Junín, Huberto Elliff, primer instructor del Aero Club, historia que con el correr de los años fue reflejada por La Verdad en sus páginas.
MAYO DE 1922
Ya en el mes de mayo de 1922, el Aero Club y su nacimiento se reflejaban en La Verdad a medida que se producían novedades.
Siguiendo las informaciones que periódicamente hemos venido brindando a nuestros lectores respecto de la aviación de Junín, nos place hoy agregar que contando con la cooperación entusiasta del vecindario, la escuela de aviación ha de ser pronto una preciosa realidad y un nuevo progreso para esta importante zona comercial.
Donado hace un año por Don Justo Saavedra el terreno conveniente, sobre él se levantarán los hangares. El primero que se ha comenzado a construir mide 14 metros por 14; el sr. Antonio Ordiales contribuyó generosamente con 11.000 ladrillos.
La obra se lleva a cabo bajo la dirección del aviador del aeródromo de El Palomar, Sr. Carlos Lavelli, radicado en esta ciudad.
Provisoriamente para impedir el deterioro de los aparatos se necesita, aunque sea prestada, una lona; una vez que algún otro vecino donde las chapas para el techo, podrá la dirección pensar en el desarrollo ulterior de la escuela y de sus correspondientes actividades.
Creemos que no le faltará el apoyo congruente, a estas hermosas iniciativas.
3 de Febrero de 1923
Todas las iniciativas de alguna trascendencia exigen como obligado tributo, la contribución de fatigosos trabajos y no pocos decepcionadores (sic) fracasos. Es condición de triunfo el sacrificio continuado y los vencimientos iniciales. Pero a la larga, todos los propósitos sanamente inspirados, no importa su gestación difícil, llegan a efectivizarse en los hechos, a traducirse en las obras, a despecho del pesimismo, que es el peso muerto de los empeños nobles.
Así también la iniciativa, a todas luces meritoria de establecer en la localidad una escuela de aviación, si no ha escapado a la regla general en cuanto a sus primeras contrariedades, tampoco señalará una excepción respecto del triunfo que es coronamiento obligado de los esfuerzos tesoneros dirigidos a la obtención de una plausible finalidad.
La obra está en manos experta y entusiastas y de su acción cabe anticipar un resultado feliz, si como se espera, el vecindario sabe contribuir eficazmente con su cooperación valiosísima, a que el propósito original se vea trasuntado en sus formas definitivas.
En el deseo de transmitir al público en líneas generales, el pensamiento de los que trabajan en primera fila para dar a nuestra ciudad una nota destacada de progreso, entrevistamos al piloto Huberto Ellif, que como se sabe, viene desde hace tiempo dirigiendo el movimiento que tiene por objeto dotar a esta localidad de una escuela de aviación.
Con la gentileza que es característica suya, el Sr. Elliff se prestó gustoso a nuestro reportaje que entre otras incluyó las siguientes interrogantes:
¿Cree Ud. que está favorablemente predispuesto el ambiente local como para esperar de él, el apoyo suficiente que asegure el éxito de la iniciativa?
Opino sinceramente que sí, -nos dijo el Sr. Elliff-. Además de múltiples manifestaciones que he tenido oportunidad de oír en los círculos más distintos, los trabajos preliminares tales como la formación de la Comisión Directiva que prestigia las actividades Pro-Aero Club local, han sido realizados bajo los mejores auspicios. Esa comisión que caracterizados vecinos forman, es por el influjo moral que ella significa en el medio, prenda segura de éxito. Por lo demás son numerosísimas las adhesiones particulares que ya se han recibido.
¿Cuál es el plan de trabajo que se ha trazado la comisión?
Por de pronto ha abierto una línea de suscripción que ella patrocina y que ha anotado ya importantes contribuciones.
Entre los primeros benefactores se cuentan los Sres. Justo C. Saavedra y Antonio Ordiales. El primero, además de donar el terreno donde se establecerá el aeródromo (inmediaciones de El Carpincho), contribuye con una importante cantidad de efectivo. El Sr. Ordiales, por su parte, obsequiará una gran partida de ladrillos destinados a la construcción de los hangares.

¿Cuál sería aproximadamente el costo de las instalaciones?
Los gastos para la construcción de hangares y otras instalaciones, con capacidad para cinco o seis aparatos, puede presupuestarse en la suma de $ 10.000 más o menos.
¿El Aero Club Argentino, qué cooperación prestará a la entidad local?
Además de todo su apoyo moral, aquella institución tiene prometida al Aero Club Local, para una vez que estén listas sus instalaciones, la donación de un aparato. Destacará así mismo, por su cuenta, y con carácter permanente, un mecánico que cuidará de los aeroplanos de la escuela. Como se ve, la contribución del Aero Club Argentino, es por todo concepto valiosa.
¿Actualmente tiene usted algún alumno que realice el aprendizaje del vuelo mecánico?
Sí. Es el Sr. Julián Fernández de la estación Irala, quien próximamente estará en condiciones de obtener su brevet de piloto aviador. Es muy posible que éste Sr. Adquiera dentro de poco, un aparato, que vendría a reforzar los efectivos con que contará la escuela.
¿Cuáles son las características de su aparato?
El aeroplano con el que yo realizo todos mis vuelos es un aparato Airco, modernísimo de 90 HP. La regularidad de su funcionamiento es su principal característica.
¿Lugar de su nacimiento?
Mi patria chica es Lincoln, donde nací el 9 de noviembre de 1899.
¿Dónde efectuó su aprendizaje?
En la Escuela Rioplatense de San Isidro bajo la dirección del piloto Hingley. Inicié los cursos de pilotaje y mecánica en enero de 1922, obteniendo el brevet N° 213, el 30 de agosto de 1922. Al día siguiente, en primer vuelo profesional llegué a esta ciudad, de donde seguí viaje a Lincoln. Seguidamente efectué una gira por diversos pueblos de la Provincia y de La Pampa central, realizando numerosos vuelos.
¿Cómo se despertó en Ud. la vocación de ser aviador?
Desde muy niño fui un entusiasta admirador de todo lo que estuviera vinculado con este nuevo medio de locomoción. Recuerdo la emoción intensa que en aquellos años provocaban en mí las actividades del llorado Newbery. Entonces hice promesa formal, por solidaridad patriótica, de continuar en la medida de mis fuerzas, la obra que aquel iniciara. Y es así que encontrándome en Buenos Aires, resolví efectivizar esa intención, comenzando de inmediato la práctica en la Escuela del Palomar.
¿Durante su aprendizaje, o posteriormente en sus vuelos públicos, no ha sufrido ningún accidente?
Absolutamente ninguno. Creo que en el estado de progreso a que ha llegado actualmente la aviación, las seguridades del vuelo mecánico son tan absolutas como las que ofrece cualquier vehículo que se mueve sobre tierra firme. Los accidentes se deben siempre a estas dos causas: al uso de aparatos anticuados y por lo tanto imperfectos, o a descuido por parte del aviador en la revisación de su máquina. Con aeroplanos modernos, un piloto prudente no puede sufrir nunca un descalabro, ya que no son causas imprevistas las que provocan los siniestros.
¿Qué opina usted de la acrobacia aérea?
Que no tiene razón de ser sino como mero espectáculo, ya que no responde a ninguna necesidad, ni cumple ningún propósito de utilidad práctica.

La muerte de Elliff en 1932
La aviación civil de nuestro país acaba de sufrir una dolorosa pérdida. Huberto Elliff, uno de sus pilotos más calificados cuya pericia y arrojo lo colocaban entre los más destacados cultores del vuelo mecánico, ha caído ayer en Rosario.
Desaparece con Elliff una figura de relieves prominentes ya que su destacada actuación le había rodeado de un prestigio que será difícilmente superado.
Consagrado por entero a su profesión, sentía por ella verdadera vocación y fue así que en todo momento puso al servicio de la misma sus mejores entusiasmos.
En Junín, donde residió por espacio de varios años, tuvimos oportunidad de apreciar las cualidades que lo destacaban.
Fundador y primer instructor de la escuela de aviación local, trabajó incansablemente hasta alcanzar sus propósitos, que no eran otros que los de conseguir para nuestra ciudad un elemento de progreso similar a los que funcionan en otros puntos de la república.
El empeño y desinterés que Elliff pusiera de manifiesto en esa empresa, son por todos conocidos, merced a su perseverancia y a su voluntad inquebrantable fueron vencidos los obstáculos inmensos que se le oponían y ello le valió ese núcleo de empatías con que contaba en Junín, donde se le quería y respetaba y donde la noticia de su fallecimiento ha despertado ese profundo pesar colectivo que se manifiesta solo en casos como el presente, en el que desaparece un elemento social de méritos tan positivos como Elliff, en el que se sintetizaban cualidades de caballerosidad y desprendimiento.
Frescos están aún los recuerdos de la destacada actuación de Elliff en una de las pruebas de mayor aliento últimamente disputada en el país, el circuito de las 14 provincias por el trofeo Mirian Stefford, lo contó entre sus competidores logrando después de serios contratiempos e inconvenientes merced a su tenacidad y arrojo, ocupar el segundo puesto, reafirmando en esa oportunidad su capacidad y destreza en el manejo de su máquina que parecía adquirir bajo su dirección los impulsos y acciones del sportman que piloteaba.
Hacemos llegar a los deudos del malogrado Elliff, el testimonio de nuestro sentido pésame en tan dolorosas circunstancias.
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