Por Claudia Birello
Para Grupo La Verdad
El lugar poco importaba. Un conventillo, un bar, la vía pública….
A fines de la década del 20 y al menos durante los primeros cinco años del ´30 y al igual que en cada rincón del país, las cuestiones generalmente personales se dirimían a los tiros y el uso de armas de fuego se multiplicaba.
Poco importaba si los enfrentamientos se daban en conventillos, vía pública o reconocidas confiterías como lo era por entonces el café Tokio.
Las crónicas policiales del ´32, siempre reflejadas en las páginas de La Verdad que por entonces transitaba sus 16 años de vida, resultan un claro ejemplo de tales circunstancias.
Tiros en Pueblo Nuevo
27 de Agosto de 1932 –LA VERDAD – Anteanoche siendo las 22 horas, en la intersección de las calles Rivadavia y Newbery, fueron víctimas de un atentado criminal, los señores Francisco Geiber y Hernán Guandarich.
Según han referido estos a la policía, mientras iban a penetrar en su domicilio, un sujeto desconocido cuya filiación no se ha podido obtener con exactitud, les efectuó una serie de disparos de arma de fuego que felizmente no dieron en el blanco.
Tiros en la alcantarilla
20 de septiembre de 1932 – LA VERDAD – Después de tirotearse con la policía, fueron detenidos varios ladrones. Uno de ellos es el que hirió al Agente Alfonso, en el almacén “de la francesa”. Robó, también, diversos efectos a Ramírez, el jefe de los asaltantes que actuaron en nuestra ciudad.
En la madrugada del domingo, siendo aproximadamente las 3 horas, los Agentes Manuel Aranda y José Guardia efectuaban una recorrida por el paraje conocido por “la alcantarilla”, cuando notaron la presencia de varias personas que se aproximaban a un automóvil allí estacionado. Por sus actitudes, los desconocidos resultaron sospechosos. Los representantes de la autoridad dieron a los individuos en cuestión, la voz de alto, pero estos, por toda contestación, desenfundaron sendos revólveres de que iban armados, efectuando varios disparos contra los agentes de policía. Acto seguido se dieron a la fuga y aunque fueron perseguidos en un largo trecho, lograron desaparecer. Dejaron abandonado el automóvil, el que poco después fue secuestrado por el Sargento R. Ortega, quien concurrió a ese lugar al oír las detonaciones.
Hechas las averiguaciones correspondientes, se comprobó que el coche aludido había sido sustraído cuatro días antes, al vecino de la Estación Ascensión, Sr. J.P.Iturriaga.
Dentro del coche se encontró una lata de aceite “Case”, para máquina, una damajuana conteniendo kerosene y varias herramientas.
Con motivo de ese secuestro, el subcomisario Everardo Dozo, con el oficial J. Rubio Reinoso, de Ascensión y los sargentos R. Ortega y A. Vieyra, estos últimos del personal de la Comisaría de Junín, procedieron en una casa de las calles Muñíz y Güemes, a la detención de Carlos Reta, Angelino Gómez, Adolfo Zuleta y Nicodemes Toranzo, secuestrando del lugar donde estos estaban, varios recados que le fueron sustraídos también al señor Iturriaga, y dos ruedas completas de automóvil, todas robadas.
En la esquina de Alsina y Paraguay ocurrió un hecho de sangre
23 de Junio de 1932 –LA VERDAD- Ayer, siendo las 6:30 de la tarde, un nutrido tiroteo que fácilmente pudo localizarse como efectuado en la zona oeste de la ciudad, llevó la consiguiente alarma a nuestra población.
Se apreciaba la cercanía de los estampidos, suponiéndose, en consecuencia, que el suceso debía ocurrir en un paraje no alejado de la zona central de la ciudad.
En efecto, el lugar del incidente sangriento fue la esquina de las calles Alsina y Paraguay.
El hecho ocurrió, a estar por informaciones particulares que recogimos en el sitio, de la manera que pasamos a relatar. Julio Santiago Astudillo, un tal Meza y Bartolomé Homs, habían estado bebiendo hasta momentos antes de producirse el tiroteo, en el despacho de bebidas “La Primavera” que Mustafá Baien tiene establecido en la esquina de las calles Chile y Alsina.
Después de abonar lo consumido y saludar a los parroquianos que se hallaban en el negocio, Astudillo, Meza y Homs, conversando tranquilamente, se alejaron dirigiéndose hacia el centro de la ciudad. Caminaron apenas una cuadra cuando al llegar a la esquina de Alsina y Paraguay, desde un automóvil que hacía rato rondaba por esos lugares en forma sospechosa y como a la espera de algo, se abrió en contra de los nombrados, un nutrido tiroteo de armas de distinta clase y calibre.
Los agredidos, sorprendidos al principio, reaccionaron prestamente y desenfundando sus armas, hicieron fuego a su vez, en contra de los atacantes que se ocultaban en el misterioso automóvil.
Los vecinos del lugar del hecho nos dicen que en el incidente de ayer se hicieron más de treinta disparos.
Astudillo fue herido en una pierna por una de las balas que dispararan sus invisibles enemigos y como consecuencia de ello, se cayó al suelo. Pese a su situación desfavorable no se intimidó, resolviendo continuar la pelea. Como la herida no le permitía caminar, se arrastró hasta que logró penetrar a la puerta de calle de la casa de Germán Carrera, sita en el mismo lugar del suceso. Desde allí, tirado en el suelo porque le era imposible incorporarse, siguió disparando su arma contra los agresores.
Estos, instantes después, pusieron en marcha el vehículo en que viajaban y lograron desaparecer. Se ignora si entre ellos resultó algún herido.
Astudillo fue conducido a la Asistencia Pública donde se le practicó la primera cura. Meza quedó detenido. En cuanto a Homs, logró fugar.
Respecto de quiénes pueden ser los ocupantes del automóvil desde el cual se agredió al herido y sus acompañantes, se hacen conjeturas más diversas y contradictorias.
Hay quienes vinculan éste hecho al suceso en que perdió la vida el joven Garro.
Como se recordará, en esa incidencia, ocurrida a poca distancia del lugar en el que ayer se produjo el tiroteo, el asesino declaró que su propósito era matar a Santiago Astudillo y no a Garro, quien resultó víctima por una equivocación del matador.
Sin embargo otras personas nos aseguraron que el incidente de ayer no guarda ninguna relación con el crimen.
Debemos advertir que estas informaciones las hemos recogido en fuentes particulares, pues en la comisaría, adonde recurrimos anoche, siendo las 24 horas, en procura de noticias sobre este suceso, se nos manifestó que todavía no estaban en condiciones de dar la menor información sobre el hecho.
En momentos de ocurrir la incidencia o inmediatamente después, apareció en el sitio del incidente, el automóvil de la Policía que parece, pasaba casualmente por esos lugares. Astudillo y sus compañeros hicieron dos disparos sobre ese coche en el que viajaban el comisario señor Poveda y el oficial Gutiérrez, confundiéndolos, al parecer, con sus agresores.
Este episodio que resulta interesante, será sin duda debidamente aclarado al practicarse las correspondientes averiguaciones.
N. de la R. – Siendo la 1 ¼ de la madrugada de hoy y después de compuesta tipográficamente la crónica precedente, un comunicado telefónico de la comisaría, nos informó que recién estaba esa repartición en condiciones de facilitar noticias sobre el suceso de la calle Alsina y Paraguay.
El informe oficial sólo expresa que siendo las 16:30 horas se recibió en la comisaría un llamado telefónico en relación al incidente que acababa de ocurrir. Que se comprobó que había resultado herido Astudillo, por personas desconocidas. Que fue detenido el compañero, Homs, y que al concurrir el comisario Poveda, aparentemente por confusión, le hicieron dos disparos de revólver.
Siete Puñaladas
9 de Julio de 1932 – LA VERDAD – En las últimas horas de la tarde de ayer, ocurrió un grave hecho de sangre del que resultó víctima un súbdito italiano de nombre Pablo. El suceso tuvo lugar en la calle R.S.Peña 868 domicilio de los protagonistas del sangriento suceso.
En la casa sita en el lugar indicado, viven varios ciudadanos italianos, algunos de los cuales habitan allí con sus familias.
Por razones de carácter privado entre la víctima y su agresor, los cuales viven en la casa referida, se habría suscitado un violeto incidente que culminó en forma trágica.
El aludido Pablo, atacado por su contrario, recibió siete puñaladas. En grave estado fue conducido al Hospital Regional, donde se asiste.
Una riña a balazos tuvo por escenario la esquina del Café Tokio
EL nutrido tiroteo llevó la alarma a toda la población
Uno de los participantes del hecho resultó herido de consideración
Hubo la infaltable víctima inocente: Un mendigante que fue herido al encontrarse en las inmediaciones del lugar del suceso
23 de Agosto de 1932 – LA VERDAD – Eran las 17:30 horas. La hora de mayor tránsito y el lugar más céntrico de la ciudad. En ese punto y en ese instante tuvo lugar ayer un incidente sangriento que pudo tener más graves consecuencias dada la gran cantidad de público que se encontraba en las cercanías.
Los informes del hecho que provocó una extraordinaria alarma en la población, no son todos lo precisos que desearíamos pues como suele acontecer en sucesos que motivan gran confusión, los detalles que facilitan aún las personas que dicen ser testigos presenciales son un tanto vagos, cuando no contradictorios. Sin embargo, en líneas generales, y a estar a los mejores informes, la incidencia ocurrió de la manera que pasamos a relatar.
Desde momentos antes de ocurrir el hecho, en el interior del café Tokio, rodeando a una mesa en la que se hallaban servidas dos botellas de cerveza, se encontraba Zacarías Vega, a quien acompañaban sus amigos Mario Guarnerio y Francisco Sacco. La mesa junto a la cual se hallaban sentados los aludidos, se encuentra al lado de la vidriera que da sobre calle Rivadavia.
Mientras las personas referidas bebían, desde la calle, el chauffer (sic) F. Debenedetto observaba a Vega en forma que éste último interpretó como provocativa. Por tal razón, Vega, por medio de algunas señas y palabras interrogó a Debenedetto inquiriéndole le dijera qué quería significar con esa actitud que él suponía, era hostil.
Parece que Debenedetto respondióle con una invitación de que saliera a la calle. Prestamente Vega dejó su asiento y resueltamente se dirigió hacia afuera. Apenas había traspuesto la puerta cuando se oyó una detonación. El disparo hecho por Debenedetto fue a incrustarse en la puerta del negocio. Ágilmente, Vega se aprestó a repeler el ataque y dando un salto hacia la calle, se colocó frente a su contrario, esgrimiendo un revólver con el cual efectuó varios disparos mientras Debenedetto retrocedía hacia el interior del Tokio, donde penetró por la misma puerta por la cual acababa de salir Vega. Siempre perseguido por éste último, Debenedetto volvió a salir del café por la calle Vicente Gandini y corriendo terminó por saltar a su automóvil marca “Nash”, que se encontraba estacionado junto a la vereda, muy cerca de la esquina. En tales circunstancias pudo verse que otra persona cuya individualización se procura, se introducía también al vehículo donde ya se encontraba Debenedetto.
Como Vega hiciera el mismo recorrido en implacable persecución y lograra ponerse nuevamente cerca de su enemigo, a quien a boca de jarro descerrajó otros tiros que no dieron en el blanco.
Debenedetto dándose cuenta del terrible peligro que corría si continuaba en esa situación, se largó rápidamente por la portezuela izquierda del coche, al mismo tiempo que por la otra lo hacía también la persona que poco antes había subido al automóvil, la que se introdujo corriendo, al interior del Tokio.
Mientras Debenedetto, perseguido por Vega, se prapetaba tras de su coche y volvía a descargar su arma contra el último, quien a su vez, respondía en igual forma.
Además de los tiros disparados por estos dos hombres, se oyeron otras detonaciones pertenecientes a disparos que no se sabe a ciencia cierta de dónde procedían, aunque se supone que partían del interior del Tokio e iban dirigidos también contra Vega.
Inmediatamente después que cesó el tiroteo, concurrió al lugar del suceso, un público enorme, que se dedicó, como es natural, a hacer los más variados comentarios. Llegados los primeros curiosos, estos pudieron comprobar que el incidente había provocado dos víctimas. Zacarías Vega que había sido herido de un tiro por la espalda, habiéndole la bala afectado un pulmón.
Su estado, aunque de mucho cuidado, no puede considerarse extremadamente grave. Se trata de un hombre de extraordinaria resistencia física y por eso es muy probable que reaccione en forma relativamente fácil. El otro herido es un anciano de nacionalidad italiana que vive de la caridad pública y que encontrándose en la calle Francia, como a unos treinta metros del sitio del hecho, recibió un balazo en una pierna al darse vuelta para averiguar lo que ocurría. Su herida no reviste gravedad.
Todos los que intervinieron en el incidente, a excepción, como queda dicho, de Vega, se dieron a la fuga antes de que llegara la policía.
Junto a la vereda del café Tokio, sobre calle Gandini, quedó abandonado el auto de alquiler chapa N° 1810 que se ha comprobado pertenece a Debenedetto y que es el coche dentro y alrededor del cual tuvo su desarrollo gran parte de la pelea. Se nos informa que ese vehículo posee un orificio de bala con entrada por el cristal trasero de la capota.
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