Por Diego Abdo
Para Grupo La Verdad
María y Argentina Gatti no solo comparten lazos de sangre, sino también una conexión profunda con las raíces rurales que las vieron crecer. Aunque actualmente residen en Villa del Parque, en Junín, sus recuerdos y vivencias del campo las acompañan siempre. Esta cercanía con la vida rural las impulsó a realizar una aventura única: un recorrido de 16 días desde Junín hasta Talar en General Madariaga, sede de una de las festividades más emblemáticas del juego de rienda.
La Fiesta del Talar es quizás el evento gauchense más típico de la Argentina donde se llevan a cabo durante cinco días jineteadas, prueba de riendas con más de 1800 potros, desfile de emprendados y tropillas entabladas, peña y baile las 6 noches.
El origen de una idea extraordinaria
Todo comenzó con una charla casual entre ambas hermanas, quienes comparten el gusto por los viajes atípicos y un profundo amor por los caballos. De hecho, su familia es habitué en competencias equinas en toda la región. Lo que inicialmente parecía un sueño difícil de alcanzar se transformó en un plan concreto cuando decidió que no había razón para no intentarlo. Así, con el sulky como único medio de transporte, comenzó la planificación de este viaje que se extendió por varias semanas.
«El sulky no solo es un vehículo; es una manera de conectarse con lo simple, con lo auténtico. Para que la gente sepa lo que estábamos haciendo colgamos un cartel que decía Junín al Talar», comentó María, destacando la elección de este medio como una vuelta a las raíces y una forma de viajar a un ritmo completamente distinto al de la vida cotidiana.
El viaje de más de 600 kilómetros no fue fácil. Las condiciones del terreno, el clima y las necesidades de los caballos impusieron un ritmo exigente que requirió una planificación cuidadosa. Cada etapa del trayecto estuvo marcada por desafíos inesperados, desde lluvias torrenciales hasta encuentros con animales salvajes. Sin embargo, para estas mujeres, cada dificultad se convirtió en una oportunidad de aprendizaje y en una anécdota para recordar.
«La generosidad de las personas que encontramos en el camino fue increíble. Nos enseñaron que siempre hay alguien dispuesto a dar una mano», relataron emocionadas las hermanas Gatti.
Uno de los momentos más memorables del viaje ocurrió cuando, en una parada inesperada, fueron recibidos por una familia que no solo les ofreció hospitalidad en su casa, sino también apoyo emocional en un momento crítico. «Había momentos en que el camino se ponía difícil, pero siempre alguien aparecía para darnos una mano, ofrecernos agua o simplemente alentarnos. Es increíble la solidaridad que descubrimos», cuenta María.
El sulky, símbolo de resistencia
El sulky, ese humilde vehículo de dos ruedas tirado por caballos, fue el protagonista silencioso de esta aventura. Diseñado para tareas rurales típicas de campo, el sulky se adaptó sorprendentemente bien a los desafíos del camino. Con un mantenimiento constante y una atención meticulosa a los caballos, logró convertirse en un aliado imprescindible para alcanzar el destino final.
Tras semanas de viaje, las aventureras llegaron al General Madariaga. El momento de cruzar la última calle y pisar suelo madariaguense estuvo cargado de emociones. «Fue indescriptible. Sentimos una mezcla de orgullo, agotamiento y gratitud», dijeron al recordar ese día.
Más que un destino, el general Madariaga representó para ellas la culminación de un sueño, un logro que no solo era suyo, sino también de todas las personas que las habían apoyado a lo largo del camino.
Una huella imborrable
El viaje en sulky de Junín al General Madariaga no solo fue un desafío físico, sino también una experiencia transformadora. Cada kilómetro recorrido fue una lección sobre la importancia de la amistad, la conexión con la naturaleza y la capacidad de superar límites. «Recorrer a esta velocidad te obliga a mirar todo con otros ojos: el cielo, los campos, los animales. Es como si todo te hablara”, dice Argentina.
«Esto es una prueba de que con perseverancia y amor por lo que haces, podés llegar a donde quieras. Y no hace falta ir rápido, lo importante es disfrutar del camino», sintetiza María. Hoy, estas dos mujeres inspiran con su historia a quienes creen que los sueños imposibles son solo desafíos por conquistar. Su travesía, entre el pasado y el presente, deja una huella imborrable y nos recuerda que, a veces, basta con tener el coraje de dar el primer paso.
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